César Lumbreras

La Mezquita Catedral

Recomiendo vivamente a todo el que pase por Córdoba ver la Mezquita Catedral, por supuesto durante el día, pero, sobre todo, por la noche. La visita nocturna de este monumento, tan de actualidad durante estas semanas por obra y gracia de este periódico, ofrece otra perspectiva muy diferente, a la vez que complementaria, de la diurna. Comienza con un vídeo de introducción y, antes de entrar en el edificio principal, se disfruta del juego de luces en el Patio de Los Naranjos y sobre el antiguo alminar, ahora torre campanario. Unos pasos después, el visitante descubrirá, si no lo sabía, que la Mezquita se construyó sobre una antigua basílica visigoda dedicada a San Vicente. De ese templo cristiano apenas quedan rastros y los que se pueden ver en el subsuelo, que son algunos mosaicos y pilares, aparecieron en la década de los 40 del siglo pasado. O sea, ¿que la Mezquita está construida sobre un antiguo templo cristiano? Pues sí, y eso es algo que, puestos a reivindicar y llevadas las reivindicaciones a su punto más extremo, también debería tenerse en cuenta. En ese momento el visitante ya está dentro de la sala de oración de la que fue la mezquita más grande de los dominios occidentales musulmanes. Después llegará el turno de la Capilla Mayor, el Crucero y el Coro, construidos en los siglos posteriores a la Reconquista. Durante la visita se respira paz y armonía, a pesar de las diferentes civilizaciones que por allí han pasado, de los estilos arquitectónicos tan variados y de los artesanos tan diversos que llevaron a cabo los trabajos. ¿Tan difícil es impregnarse de esa paz, armonía y equilibrio? Córdoba siempre merece un viaje y, ahora, sería imperdonable no hacer la visita nocturna a la Mezquita Catedral.