Guerra en Siria
La muerte
Estos días de procesiones, de adoquín, de cera, cadena y pies descalzos. Estos días de rincones, momentos, almas e imagenes capaces de abrir cicatrices. Estos instantes de miradas rotas y rostros camino de la muerte. Estos ratos mecidos por el dolor, la pasión y la belleza afilada de Juan de Juni, Gregorio Fernández, los pliegues emocionales de Ruiz Gijón o el fin cabizbajo y amable en la obra de Martínez Montañés. Son estos días de fe y curiosidad, de abrir balcones trancados, de desenladrillar perezas y ventilar con chispas de sangre. Rompen el cielo los pellejos percutidos y las manos segadas por los aros de los bombos que exhalan la más primitiva comunicación más allá del hombre. Por eso creo que el ecosistema que ofrece el calendario propicia la reflexión sobre la muerte como dinamizadora y actriz de la más poderosa propaganda. El pequeño Aylan en aquella playa nos cogió a todos con violencia por la solapa, zarandeamos nuestras conciencias y miramos hacia arriba. Los gestores de nuestras haciendas también tienen, porque las hemos dejado en barbecho, algunas parcelas de nuestras emociones. Supieron reunirse y pactar. Con el tiempo volvieron a reunirse para echar cuentas, mirar por las ventanas y comprobar que no daban y que no iban a dar jamás. La semana pasada, con la culpa abierta en canal, un bombardeo químico puso la sal. Escuecen las portadas. Las composiciones barrocas del crimen sin detalle en pálidos, verdes de muerte, morados y amarillos terminales nos hicieron de nuevo mirar hacia arriba.
El Presidente de EE UU cogió el guante. Una especie de armadura moral con la que recuperar nombre entre los suyos, vidas entre los aliados, la figura del gendarme del globo y de paso romper con la pesadilla rusa, la única que ha herido su errático Gobierno. El sirio ha probado durante más de seis años la resistencia de los materiales de eso que se llama la comunidad internacional. La ONU se ha tragado sables y sapos que escribían con caracteres cirílicos. No fueron los 1.400 asesinados de 2013, han sido los 86 de hace unos días los que con su martirio imprimen una nueva marcha a la geopolítica. De nuevo sobre la muerte aliada de ese otro combustible sordo y ajeno a los paralelos y meridianos que es el dinero. Pero este nunca procesiona.
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