Elecciones Generales 2016
La obsesión de C’s
En el PP no salen de su asombro con la contumacia de Rivera vetando a Rajoy. «Es una intromisión inaceptable», señala un miembro del comité de dirección: «¿Alguien podría imaginar que desde el PP declarásemos preferir, por ejemplo, a Inés Arrimadas como líder de Ciudadanos en vez de Albert Rivera? Pues la misma indignación que expresarían desde C’s por esa falta de respeto es la que sentimos nosotros viendo que otros nos marcan la alineación», concluye.
Desde Génova 13 entienden, claro, que la estrategia de C’s para «amarrar» a antiguos votantes populares que cambiaron de papeleta el 20-D sea incidir en sus ataques al líder del PP. «Es legítimo», reconocen. Más en una campaña donde ambas formaciones se disputan el mismo espacio electoral. Comprenden incluso que el análisis estratégico del partido naranja concluya que las personas de centro derecha que les eligieron buscaban en C’s, sobre todo, una renovación política que no encontraron en los de Rajoy. Pese a todo ello, no pueden aceptar la injerencia de Rivera. No ven lógico que trate de marcar el rumbo a un partido que sólo hace seis meses le triplicó en escaños y duplicó en votos. «Menos soberbia», se apunta.
Mientras, en el PP ven la obsesión de Rivera por Rajoy como algo que les beneficia: «Amarra y activa a nuestros votantes, que se sienten ofendidos y menospreciados, y agranda la sombra de que C’s sigue los pasos del PSOE, obsesionado con el cordón sanitario al centro derecha». Cierto: a fuerza de insistir en sus obstáculos a Rajoy, Rivera corre el riesgo de extender más allá de lo prudente la imagen del pacto de investidura con Sánchez. Y es que las declaraciones del candidato de C’s contra el presidente del Gobierno siguen en buena medida la línea mantenida tozudamente por el secretario general del PSOE.
Rivera irrumpió en el plató principal del escenario político cuando fue capaz de despertar la ilusión de muchos españoles, precisamente porque venía a romper la perenne brecha entre la derecha y la izquierda que a tantas incomprensiones e intransigencias ha conducido. Para ello era preciso borrar el veto que ejercen las izquierdas y el nacionalismo contra el PP, en virtud del cual el centro derecha sólo puede gobernar si tiene mayoría absoluta. Tales atributos fueron vistos como un paso adelante de la «nueva política» regeneradora. Sería un error olvidarlo ahora. Porque desandar el camino siempre es posible. Más en partidos como C’s que por su lozanía simplemente, tiene lo que los sociólogos llaman una «militancia líquida».
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