Restringido

La piratería y los jóvenes

Las once excelentes películas de la sección «Made in Spain» del reciente Festival de Cine de San Sebastián nos recuerdan la riqueza del paisaje cinematográfico español por su creatividad, su talento y su profesionalidad. Esta industria cuenta desde hace mucho tiempo con el reconocimiento mundial a su calidad, incluso desde Estados Unidos y de la que se destila la decisión de Ridley Scott de rodar su película «Exodus: Dioses y Reyes» en Canarias el año pasado. En otoño de este año comenzará la producción de una parte de la quinta temporada de la serie televisiva de gran éxito «Juego de Tronos» en Andalucía. Además, la productora Globomedia acaba de firmar un contrato con la Creative Artists Agency de Hollywood para desarrollar contenidos para el mercado estadounidense. Pero esta industria también tiene dificultades, debidas en gran medida a uno de los índices más altos de piratería de Europa, un débil marco jurídico con protección limitada, y una gran falta de concienciación pública de que la piratería constituye un robo, el robo del sustento de muchas personas. Se ha comprobado que el alto nivel inicial de ingresos de taquilla de «Ocho apellidos vascos» cayó inmediatamente al ofrecerse en internet una versión pirateada. Este fenómeno perjudica a las vidas de las personas cuyos empleos dependen de la industria cinematográfica española.

El recurso más valioso de España son sus trabajadores, llenos de talento y habilidades. La industria de la cultura supone el 4% del PIB español, y representa más de 500.000 puestos de trabajo directos. Asimismo, aporta enormes beneficios económicos indirectos. La ciudad de Dubrovnik (Croacia) registró un crecimiento del 24% en el turismo después del comienzo del rodaje allí de Juego de Tronos. Los municipios de Osuna y Sevilla ya han registrado más visitas durante el mes de agosto, antes incluso del comienzo del rodaje. Con una mayor protección, esta industria y todos los beneficios asociados podrán crecer considerablemente a lo largo de los próximos años, pero si no cuentan con el marco legal adecuado, estas posibilidades desaparecerán.

La importancia de los derechos de propiedad intelectual no se ve sólo en la protección a la industria, o en los ingresos por turismo que con frecuencia genera, también premia nuevas ideas e impulsa el tipo de innovación en la que se basan las economías modernas. Esto es especialmente importante para los jóvenes, a menudo la fuente creativa que necesitan las economías para ser competitivas, siendo ellos, paradójicamente, los más afectados por los efectos de la crisis económica.

Gran parte del problema estriba en la falta de entendimiento de la relación directa que existe entre la piratería y su papel privativo de oportunidades a los creadores. Los mismos jóvenes que sueñan con fundar sus propias empresas no reconocen que descargar contenidos ilegalmente resta ilegítimamente medios económicos a los artistas. La piratería por internet reduce directamente el incentivo de crear nuevas músicas, películas, programas de ordenador, apps o videojuegos. Hace más difícil crear nuevas empresas, elimina puestos de trabajo, ahuyenta la inversión y reseca el terreno de la investigación y el desarrollo.

La campaña publicitaria de Atresmedia (creacultura.atresmedia.com/ ) deja clara esta situación al ilustrar cómo la piratería destruye las oportunidades, no solo para los productores y los artistas, sino también para peluqueros, cámaras, guionistas, técnicos de sonido y limpiadores. Me ha impresionado este esfuerzo y espero que capte la atención de los que piensan que este tipo de actividad no perjudica a nadie. No obstante, la concienciación es sólo una pieza más del puzle. Es la visión del Gobierno de Estados Unidos y de muchos actores en la industria que el proyecto de reforma de la Ley sobre Propiedad Intelectual que España está debatiendo actualmente debería reforzar significativamente las herramientas disponibles para que las Fuerzas de Seguridad puedan combatir la piratería. Este texto debería ampliar y mejorar los recursos de la Comisión de Propiedad Intelectual y permitir que actúe rápida y decisivamente tras registrase una denuncia y antes de que se consuma el daño.

La protección de los derechos de propiedad intelectual no interesa sólo a las grandes empresas estadounidenses o las multinacionales. Como Embajador de Estados Unidos me importa el efecto de la piratería sobre las empresas norteamericanas pero también quiero ayudar a proteger la industria cultural española, muy importante para la economía de este país y que mantiene estrechos lazos con el mío. Si bien los mandatarios españoles son los que han de determinar el rumbo respecto a esta cuestión, sería una falta en el cumplimiento de mi cometido de promover lazos económicos más fuertes entre Estados Unidos y España, no llamar la atención sobre el hecho de que la falta de protección de los derechos de propiedad intelectual cuesta millones de euros a empresas españolas y multinacionales y frena la inversión en este país. La falta de respuesta en este sentido limitará la creatividad e innovación que ayudan a prosperar a una sociedad y tienen un efecto directo sobre los puestos de trabajo, puestos tan necesarios para los jóvenes de España.