Iñaki Zaragüeta

La práctica del ventilador

Luis Bárcenas ha optado por la práctica del ventilador con la única intención, como sucede en casos similares, de ocultar su grave situación ante la Justicia y ante la sociedad. No ha podido justificar, por ahora, su extraordinario enriquecimiento, decenas de millones de euros.

Ni los ciudadanos de bien creen que las haya conseguido por el movimiento de acciones en Bolsa, como tampoco por la compra–venta de cuadros. Y menos aún sin ser un profesional de ello ni contar con tiempo suficiente para ocuparse de ello.

Ésa debería ser la tesis esencial que nos ocupara en estos momentos, mientras no haya demostración palpable del resto de porquería que ha decidido airear en diferentes medios de comunicación.

Por otro lado, también es verdad que a nadie extrañará que el Partido Popular y algunos de sus dirigentes anden preocupados. Primero, por si es cierto algunas de las imputaciones que su ex tesorero les ha largado, de tan extrema gravedad que alguna llegaría a ser delictiva. Y segundo, y esto tendría repercusión electoral, por la credibilidad que aquellas puedan tener, incluso aunque fueran falsas, en un momento en que los políticos gozan del peor prestigio o fama conocidos desde la instauración de la democracia. Ya se sabe: «Fama es que te conozcan todos, prestigio sólo los que te importan».

En cualquier caso, en los momentos actuales debería quedar claro que hay un sólo presunto delincuente que en su versión dada a los periódicos y al magistrado, como es habitual, es el más legal de todos los posibles implicados.

Me tiene preocupado, eso sí he de reconocer, el permanente silencio que se ha mantenido desde el comienzo del «caso Bárcenas» de una persona que, si por algo se ha distinguido, es por ir siempre con la verdad y la honradez por delante. Así es la vida.