Fútbol

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La selección en Barcelona

La Razón
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El fútbol es el deporte espectáculo más consumido del mundo, en donde un clásico se convierte en un escenario de división de identidades con tintes rituales en el que los aficionados son el jugador número 12 y se convierten en los protagonistas de imaginarios sociales: el orgullo por la victoria, el duelo ante la derrota. La selección española de fútbol es el único motivo que actúa de auténtico cohesionador de nuestra nación y por esta razón su presencia ha sido prohibida en Cataluña durante lustros. Conviene recordar que el último partido oficial de la selección nacional en Cataluña se disputó en Barcelona el 12 de octubre de 1975, hace 41 años. Demasiado tiempo, tal vez ahora demasiado tarde. En estos años que hemos sido azotados tan violentamente por la crisis económica, política y social; la selección ha sido el único elemento capaz de darnos alegrías e hincharnos de orgullo hispano; el gol de Iniesta nos permitió olvidar nuestras diferencias y orillar los graves problemas que aquejaron a la sociedad y en todas las plazas y calles catalanes decenas de miles de personas salimos a festejar algo tan natural e innato como el hecho de gritar orgullosos: ¡¡Yo soy español¡¡. Los separatistas entendieron el mensaje y por ello prohibieron las pantallas gigantes en las calles para seguir a la selección. Todo un síntoma de lo que sucede desde hace lustros, donde malvivimos bajo un régimen separatista que agita falsos sueños independentistas, mientras la mayoría de catalanes nos hemos quedado huérfanos de nuestra identidad. Los medios de comunicación públicos y privados de Cataluña han estado al servicio de la deslealtad, mientras desde la capital de España apenas han llegado mensajes de estima que tanto reclamamos. Que venga la selección española de fútbol a Barcelona no tiene costo, es gratis, no queremos ser más que los aragoneses o madrileños. Pero los catalanes tampoco queremos ser menos. No nos da la gana que nos humillen y nos olviden quienes más deben trabajar para que sentirse español en Cataluña sea normal.

El sábado 2 de septiembre se jugará el partido España-Italia en alguna ciudad española. Todavía no hay sede y en los próximos días debe decidirse. El próximo septiembre se preparan acontecimientos de extrema gravedad en Catalunya, con un 11 de septiembre que se prevé complicado para la convivencia. ¿Vamos a permitir que los separatistas ganen las calles de nuevo? Cierren los ojos e imagínense durante un segundo Barcelona inundada de banderas españolas por la llegada de la selección, ahora ábranlos y ayúdennos a convertirlo en realidad. El Gobierno de España tiene dos opciones: jugar de delantero centro con el equipo de los catalanes libres de nacionalismo y presionar a la Federación española de fútbol para que proponga que la selección nacional juegue el partido de clasificación en Barcelona. O puede escoger jugar de suplente con los de siempre y facilitar una nueva victoria de la corrección política en el putrefacto oasis catalán. En septiembre nos jugamos mucho. Que no sea demasiado tarde.