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La sorpresa fue Cospedal

La Razón La Razón

Nunca ha tenido miedo a las dificultades. Se crece ante ellas. De ahí que a lo largo de los casi nueve años que lleva como secretaria general jamás haya dudado en dar la cara por el PP, incluso desoyendo a quienes le recomendaban «resguardarse». Como ella dice: «En más de una ocasión me la han partido». Gajes del oficio: era su trabajo, iba con su sueldo de «general secretaria» velar por su organización, la más grande de España, con más de 800.000 afiliados.

Siendo objetivos, nadie negará que ha desempeñado su cargo de manera diligente. María Dolores de Cospedal tomó el mandato de «número dos» del PP en 2008, en un momento delicadísimo para la formación, tras dos derrotas electores consecutivas y en un Congreso de Valencia donde parte de su organización ponía en duda el liderazgo de Rajoy. Fue la gran sorpresa, la cara de la renovación de aquel cónclave que abrió la puerta para lograr tres años después la mayoría «absolutísima» que permitió gobernar a Rajoy. De su mano, el PP accedió a La Moncloa, como unos meses antes había logrado romper la racha de victorias del PSOE en Castilla-La Mancha durante treinta años para que, por primera vez en Toledo, se sentara un gobierno popular presidido por ella. En la «montaña rusa» que ha vivido el PP estos casi nueve años, aparecieron las «victorias amargas»: la pérdida de parte del poder autonómico y municipal conquistado cuatro años antes (más por efecto de los pactos del PSOE con los populistas que porque los populares perdiesen las elecciones) y el paso de una mayoría absoluta a una simple en las generales, con la sangría de casi tres millones y medio de votos. Hay que destacar que el Gobierno de Rajoy afrontó el desgaste de una desgarradora crisis económica.

A esas dificultades se añadió una presión mediática feroz por los casos de corrupción en Génova 13 a manos de una trama que, sirviéndose del partido, se enriqueció ilícitamente durante años y a la que Cospedal hizo frente a costa de sufrir las artimañas atroces de los que veían que se desmontaba su chiringuito, como es el caso de Luis Bárcenas. Pese a todo, el PP sigue hoy en La Moncloa, fuertemente unido y pudiendo decir con orgullo que afronta el futuro, tras este 18º Congreso, con la ilusión de quien se sabe fuerte por superar momentos complicados y entiende que su camino es tratar de recuperar a aquellos españoles de centro y derecha que se quedaron en casa a la hora de votar o bien optaron por escaparse a C’s. Mano de hierro en guante de seda. Ése es el arma de Cospedal, cuya carrera se ha consolidado tenazmente a lo largo de los años. Desde este sábado afronta cuatro años más como secretaria general del PP, que simultaneará con la cartera de Defensa, como lo hizo con éxito cuando fue presidenta de Castilla-La Mancha. Esta vez junto a un coordinador general, Fernando Martínez Maillo, que la apoyará en la marcha cotidiana del partido. Y de lo que nadie tiene duda es de que siempre tendrá claro que su cargo, aunque en ocasiones se convierta en carga, es una oportunidad para servir a los ciudadanos, sean o no afiliados del PP.

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