Marta Robles

La verdad del caso A.B.

La Razón
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Con la declaración unánime del jurado de culpabilidad de los padres de Asunta, parece que se cierra un feo apartado de nuestra historia. Los malvados padres de la niña asesinada penarán como corresponde. Pero ¿algún día sabremos toda la verdad? No hay nada peor que la pura especulación y, por desgracia, es inevitable en un caso como este, en el que no se ha llegado a concretar el móvil. «Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera» se cuenta en el archifamoso comienzo de «Anna Karenina». ¿Cuál fue el motivo de la infelicidad de esa familia? ¿El qué llevó a los padres de Asunta a convertirse en unos seres miserables capaces de matar a su propia hija?

Preguntas sin respuesta que no evitan que pensemos lo peor y que sintamos dolor al recordar algunas de las parcelas de este crimen, que ha dado a conocer la prensa.

Como que la niña percibió el desamor de sus padres hacia ella. Como que la pequeña supo que sus padres la querían matar. Nada justifica un asesinato. Y menos aún el de unos padres a sus hijos. Pero tal vez dormiríamos mejor si pensáramos que lo hicieron para no ver sufrir a su hija. O porque no podían mantenerla. O porque se encontraban con sus facultades mentales mermadas...Sin embargo, no parece que ninguno de estos supuestos corresponda a la realidad de este asunto.

Entonces ¿qué pasó? O mejor dicho ¿qué les pasó a Rosario Porto y Alfonso Basterra para volverlos tan abyectos y oscuros? Igual es mejor que no lo sepamos. Quizás nos aterraría aún más y nos llevaría a reflexionar sobre la pavorosa fragilidad de los seres humanos...