Cataluña
Lo que hay que hacer por Cataluña
Lo que debo hacer por Inglaterra» es una frase que James Bond acostumbra a pegar en las sábanas de raso de un gran hotel después de intimar con una compañera del ramo que, oh casualidad, siempre está dispuesta a pasar por allí. «Lo que debo hacer por Inglaterra» es un azucarillo de cinismo, porque a 007 lo del conocimiento carnal le resulta más bien una actividad cinegética: antes de llegar al catre ha reventado tantas leyes como coches y todo por el bien de su país. Este descaro nos vale para comentar los jueguecitos de espías con los que nos solazan el PSC, Sánchez Camacho y la ex novia de uno de los «pujoles». Ésta, creo, es la primera ex que habla, pero a lo mejor hay otras y con tanta oferta de escándalos están tentando a Jorge Javier Vázquez para que se cruce de acera o trufe la media tarde de Belén Esteban con comentaristas políticos. Los socialistas catalanes, porque los políticos en general siempre explican que se saltan la ley por nuestro bien, podrían meternos el latiguillo del espía en versión regionalista, o catalanista, o federalista: «Lo que debemos hacer por Cataluña». Es sabido que, en definición de Marsé, el patriota es aquel que con una mano agita la bandera mientras con la otra te saca la billetera. No sería bueno opinar de una materia, el espionaje político, que no se domina, por compleja, novedosa y, quien sabe si, ramificada. Por eso esta cama redonda que es la política española, y con ella la catalana, donde se confuden piernas y brazos de unos y de otras, y hay micrófonos en los jarrones, nos obliga a plantear algunos interrogantes: ¿Por qué no espían a los ciudadanos para detectar sus problemas?; ¿la agencia de espionaje tuvo que adelantar el IVA? ¿los partidos, si los hubiera, pagan puntualmente estos servicios? ¿Hay subvenciones? Irán lanzó hace poco un mono al espacio, o eso dijo, y Kim Jon Il quería acabar con el hambre en Corea criando conejos gigantes. Aquí nos distraen saltándose la ley a lo rococó.
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