Restringido

Lo que hemos aprendido

Un cocinero español dice: «Estar posicionado en el top 50 no significa tener lleno el libro de reservas. Necesitamos que vengan clientes».

Bertolt Brecht: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Otros luchan un año y son mejores. Otros luchan muchos años y son muy buenos. Pero otros luchan toda la vida. Son los imprescindibles».

Ringo Bonavena, boxeador de los 60: «La experiencia es un peine que te llega cuando te quedaste calvo».

Curioso: la sabiduría no es propia de los sabios «oficiales», que hablan despacio, serios, quizá porque discurren mucho o porque ni ellos mismos se entienden.

¡Qué sabios nos hemos hecho, en esta crisis tan larga (y lo que te rondaré, morena)!

Hemos aprendido que el brillo vale poco. Hace años, aprovechando la publicidad de unas bombillas, a un amigo mío le llamaban «el Philips», porque «gastaba poco y lucía mucho».

Vuelvo a Bertolt Brecht. Necesitamosimprescindibles, que no estén siempre quejándose, sin hacer ellos nada. Si no se llena mi restaurante, quizá es que mis platos no gustan a la gente. El «rabo de toro salteado con perejil y especias exóticas confitado con crema caramelizada de trufa silvestre» es sensacional. Pero no gusta.

El Philips era modelo de austeridad, palabra que nos repugna, olvidándonos que significa gastar con la cabeza, con gracia, sabiendo que lo bonito no es necesariamente lo caro y que, cuando vayas con una falda de las rebajas del mercadillo de tu barrio, una tontina, vestida de Via Condotte, te preguntará: «¿Quién te viste?». Sonreirás y dirás: «Prometí no decirlo».

Dicen que muchísimos españoles no saben en qué gastan el dinero. Pues que lo sepan. La receta es fácil: comprad una libreta y un boli. Apuntad todo: el periódico, el café, el abrigo de visón para el invierno, el trinaranjus, el regalo a la vecina sofisticada que os ha invitado a su fiesta de cumpleaños. No olvidéis nada. A final de semana, repasad lo que habéis hecho. Igual enrojeceréis. No de vergüenza, sino de ser tonticos/as. De haber querido presumir, en lugar de discurrir y quedar muy bien con un regalo originalísimo hecho de papel recortado por vuestros hijos y de plastilina. Y de cariño, lo que hubiera maravillado a la vecina.

Así, podremos decir que aprendimos de la crisis. En palabras del pobre Bonavena, que acabó a tiros en Nevada, entenderemos lo de la experiencia y el peine, sin necesidad de quedarnos calvos.