Martín Prieto

Los buitres de la Casa Rosada

«Default» es el vocablo anglosajón que define con elegancia a quien habiendo pedido dinero prestado no lo devuelve por rebeldía revolucionaria ante el imperialismo económico o porque ha robado en cuadrilla hasta los intereses correspondientes. Epifenómeno del arte de vaciar bolsas ajenas es Alex Kicillof, ministro de Economía, el carilindo de la presidenta viuda, joven, economista, keynesiano y ensayista a-crítico del marxismo. Resulta incalificable porque es un «montonero» de los que Perón expulsó por imberbes de la Plaza de Mayo desfilando a al son de «Somos unos boludos/ votamos a una puta y a un cornudo». De inmediato pasaron a la clandestinidad y junto a los troskistas del Ejército Revolucionario del Pueblo, declararon la guerra, muy sobrados, a las Fuerzas Armadas Argentinas. Su «ideólogo» fue Mario Eduardo Firmenich, que nunca cayó, ni le rozó una bala porque siempre estaba en Cuba o Brasil cavilando sobre el advenimiento del hombre comunista, mientras sus camaradas eran despiezados eléctricamente en la Escuela de Mecánica de la Armada. Hoy es otro polítólogo en una universidad barcelonesa, y daría un maravedí de Pujol para escuchar lo que proponga. El matrimonio Kirchner fundó «La Cámpora», por el valet peronista que ganó unas elecciones en nombre de Perón, dimitió de inmediato para organizar otras a la medida del Gran Macho, teniendo la delicadeza de morirse pronto. La «viuda K» se ha refugiado en los camporistas, sus tanques descerebrados de pensamiento, para expropiar gloriosamente Repsol por el cuento de la lechera del yacimiento de Vaca muerta, en los Andes centrales, que según la tecnología petrolera estadounidense es imposible extraer por «fracking». Argentina otra vez en «default» es algo tan visto y poco excitante como si la contempláramos enésimamente en «deshabillé». Argentina debe desde 2001 unos 200.000 millones de dólares estadounidenses, de los que se han hecho quitas increíbles de entre el 75% y el 90%. Los peronistas negocian con el facón sobre la mesa: «O todo o nada». Un juez neoyorquino sobre transacciones internacionales, Thomas Griesa, no le ha aceptado a Kicillof un novedoso «default» aplazado que sólo supondría el 3% del impago a los fondos buitres desde el citado 2001. Buitres serán, pero tienen la paciencia de Job. El peronismo y el «fondo buitre» pertenecen a la misma especie y siempre están juntos. Buenos Aires pide prestado en alto riesgo, no paga, y cuando los intereses pactados se disparan estratosféricamente, hablan de las conjuras de Washington contra los países que erradicarán la pobreza en este siglo. Pero Argentina no sólo debe a estos únicos pájaros calvos, sino al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, al Banco Interamericano de desarrollo, y a miríadas de sólidas empresas que han quebrado gracias al circense sistema internacional de pagos argentino.

La tristeza de los acreedores y de los pobres argentinos cuenta con el recuerdo de cuando eran «peso fuerte» y estabulaban sus vacas en los transatlánticos a Europa. Hoy la viuda no usa los «Tango 01 y 02» para adquirir cosmética y lencería en Nueva York. Obligada a asistir a la proclamación del argentino Papa Francisco, negoció con el rey Mohamed VI que le guardara el «Tango» en Rabat para seguir a Roma en vuelo regular y regresó. Los «Tangos» han quedado para el cabotaje trasladando a viuda, familia y allegados de Buenos Aires a su feudo de Calafate en la blanda Patagonia pingüinera, donde el zote del primogénito mantiene el centro de operaciones económico-familiares.

Vergüenza nacional fue el embargo por meses en Ghana de la fragata «Libertad», buque-escuela equivalente a nuestro «Juan Sebastián Elcano». Cualquier mercante con grano o carne puede ser internado a reclamo de los zopilotes. Cualquier corrupción política africana o asiática se mide con ábaco junto a la Argentina donde las mordidas y las coimas acabarán en la Constitución mientras los sindicatos peronistas hacen la política extorsionando al Parlamento con sólo cerrar la carretera Panamericana. Si nuestros alternativos de opereta no han pasado por allí es porque Perón amaba tanto la pedofilia como odiaba al comunismo. No en balde fue un fascista criollo. Con una inflación oficial por encima del 26% y chantajeando a los productores para que vendan a precio de coste, con cuarto y mitad de libertad de Prensa, crece el temor a un nuevo «corralito» o secuestro de depósitos. Hasta los pensionistas cambian en negro a euros (preferentemente) o a dólares estadounidenses, que guardan en una arqueta en la blanda e infinita Pampa. No obstante el círculo «K», pese a las baladronadas de la viuda, tendrá que seguir negociando extramuros y pagar algo a alguien, porque las presidenciales son en octubre del año próximo, y meses antes las de los gobernadores provinciales.

Estos caudillitos federales forman partidos localistas que chalanean con el Gobierno centralista «federal». Pero las elecciones de 2015 las ganará una de las facciones peronistas, porque el Justicialismo es el cielo protector bajo el que sólo se levantan minúsculos hormigueros. Con excepción de la Unión Cívica Radical (krausistas), Perón desintegró el rico tejido político desembarcado de todas las Europas. Peronismo, populismo con cargo al presupuesto, corrupción, rapiña y corruptelas, institucionalizadas y justa fama de malos administradores y peores pagadores. Ocho suspensiones de pagos en un país, no son nada. Por la Avenida de Mayo los descamisados, los grasitas, cantan alegres: «Mi general/que grande sos/ mi general cuánto vales/Perón Perón/Perón Perón/sos el primer trabajador/...».