Ely del Valle

Los golpes bajos

Asaltar el Congreso y derrocar al Gobierno. Ahí es nada. Lo anunciado para hoy no es más que un torpe intento de golpe de Estado orquestado por una caterva de enajenados a los que la democracia, es decir, el Gobierno del pueblo, les importa un pimiento. Es el totalitarismo en estado puro, la esencia de la dictadura, el código que marca a todos los sátrapas que alimentan su ego poniendo la bota sobre el cuello de las libertades colectivas. Dice la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que van a ser pocos aunque violentos, y que la Policía está preparada para hacerles frente. En ese aspecto podemos estar tranquilos. No obstante, sospecho que veremos a algún que otro diputado jaleando a los golpistas como si el asalto al Congreso no fuera con ellos; como si no fuese el sistema el que les permite estar donde están; como si hacerse la foto les fuera a reportar los votos de quienes reniegan de las urnas. Lo han hecho en otras ocasiones en un ejercicio de irresponsabilidad que confirma que el sillón del hemiciclo les viene grande.

Dicen las encuestas que la mitad de los alemanes ve España como un país pobre, corrupto y ocioso. Mañana nos verán, además, como una panda de salvajes. De nada sirve que seamos el único país de la Unión Europea que ha aumentado sus exportaciones, que nuestra prima de riesgo sea la más baja desde hace años o que hayamos conseguido colocar deuda a un interés similar al de antes de la crisis.

Lo bueno –poco o mucho– que se está haciendo no interesa a quienes pretenden conseguir a leches lo que fueron incapaces de lograr en las urnas. Esta tarde un puñado de lunáticos intentará secuestrar cuarenta años de democracia. No lo van a conseguir, pero su foto aparecerá en todos los periódicos del mundo. Qué penita, madre.