José María Marco

Los mandaos

El fiscal Anticorrupción ha pedido que sean desimputados, por así decirlo, los directivos de Caja Madrid implicados en el escándalo de las tarjetas «black». Según argumenta, no eran administradores y por tanto no tenían responsabilidad alguna sobre las decisiones que afectaban a las tarjetas. Además, las recibieron como complemento retributivo. Total, que los directivos de Caja Madrid no sabían nada, no se enteraron de nada y, según la Fiscalía, no son responsables de nada. De nada de nada. Si por algo se caracterizan las elites, siempre, en cualquier sociedad, es porque aceptan la responsabilidad de sus actos. Las elites no lo son porque tengan una conducta ejemplar. Eso corresponde a los santos o a los héroes. En cambio, las elites lo son porque asumen que sus actos tienen consecuencias que ellos, los miembros de la elite, están dispuestos a asumir. Las sociedades libres y abiertas se caracterizan por que tienden a difundir este espíritu, antes aristocrático, en el conjunto de la población. En las sociedades cerradas, en cambio, sólo la minoría selecta, como gustaba de decir Ortega, hacía gala de este espíritu que el mismo Ortega llamaba deportivo. En este caso, nos encontramos con una variante curiosa. Y es que la elite, aun cuando disfruta de privilegios desorbitados, como los derivados de las tarjetas «black» de Caja Madrid, no acepta ninguna responsabilidad sobre sus actos. El fiscal Anticorrupción actúa aquí como suelen hacerlo los jueces de lo social, que exoneran sistemáticamente al empleado de cualquier responsabilidad y cargan todo el peso en el empresario. Los directivos de Caja Madrid, capaces de saquear un banco público como lo hicieron, no tienen por tanto nada de qué responder. Eran unos mandados, unos «mandaos» más propiamente dicho. Si alguien hubiera querido desacreditar a las elites y a los partidos políticos, si alguien quisiera atizar el populismo, no lo podía hacer mejor.