Restringido

Los «robagallinas»

«Difícilmente podemos hablar de regeneración si la Justicia no funciona». La frase la pronunciaba el presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, en su intervención de la semana pasada en el foro de opinión de este diario. Para Lesmes la clave de que los jueces terminen empantanándose en procesos interminables, es que nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal data de mediados del siglo XIX y está pensada para castigar a los «robagallinas». Pero los «robagallinas» de hoy son los delincuentes de cuello blanco que han manejado miles de millones de euros, normalmente del erario público o sus aledaños, y que han convertido el comisionismo y la mangancia en una enfermedad crónica en España. Enfermedad crónica por su reiteración pero, sobre todo, porque las instrucciones judiciales mantienen vivos los casos de corrupción durante años creando una foto fija que hace imposible que los ciudadanos tengan la impresión de que, de verdad, hay una determinación política de los partidos políticos, especialmente los todavía grandes, para regerar nuestro sistema democrático. Ahora que parece que populares y socialistas pueden alcanzar un acuerdo al respecto es el momento de incluir un cambio en la legislación que permita agilizar lo procesos para que España no sea el país de los eternos imputados. Las gallinas que ahora se roban son las de los huevos de oro. Gürtel, el caso de los ERE en Andalucia, Noos y las implicaciones que ha tenido en los cambios producidos en la familia real sin que se haya llegado a un juicio, el escándaloso asunto de la familia Pujol o la golfada de las tarjetas opacas de Bankia no pueden estar en manos de unos pocos jueces de instrucción que se ven absolutamente desbordados por sumarios de miles y miles de folios. Si PP y PSOE no abordan la regeneración en serio y hasta sus últimas consecuencias y le echan coraje para cambiar la Ley de Enjuiciamiento Criminal, los pescadores de rio revuelto se van a poner las botas en las próximas elecciones.