José María Marco

Madrid olímpico

A nadie se le escapa que Madrid habría organizado unos Juegos Olímpicos tan buenos como los de Tokio, y mucho más divertidos. A causa del sistema de votación del COI, resulta casi imposible saber las verdaderas razones de la decisión. Sin duda están más relacionadas con intereses de fondo que con cuestiones de última hora, aunque no estaría de más saber por qué la delegación española –la de la austeridad– tenía más componentes que las de Tokio y la de Estambul juntas, como tampoco estaría de más saber cómo se le ha permitido al presidente del COE fracasar una tercera vez, o quién decide una argumentación según la cual nos merecíamos unos Juegos que también necesitábamos para salir de la crisis...

Detalles como éstos resultan tan pintorescos como reveladores, pero ni todos ellos ni la decisión del COI convierten a Buenos Aires en un nuevo Cavite, ni el año 2013 en una reedición del 98. Será una lástima para los muchos talentos literarios que perderán la oportunidad de entonar las endechas de la patria, pero resulta un alivio para los demás. El «me duele España» o la «España sin pulso» son géneros de saldo, sin más público que el que se complace en volver a transitarlo.

Es de suponer que los responsables de la candidatura sabían lo que se les iba a venir encima si no se traían los Juegos a Madrid. Lo sabría mejor que nadie Ana Botella, que conoce de cerca hasta dónde es capaz de llegar la jauría cuando se desata. Por eso lo importante no es ponerse en posición defensiva, aunque no estaría de más aprender de lo que ha ocurrido. Lo más importante es aprovechar todo lo que se ha hecho, hacer lo posible para que los madrileños, y el resto de los españoles, salgan de la crisis, y ofrecerles un horizonte deseable y verosímil.

Desde esta perspectiva, la prioridad del Ayuntamiento de Madrid es continuar con lo que la alcaldesa se propuso para su mandato: reducir un gasto desproporcionado, aprovechar al máximo los recursos disponibles, simplificar la administración y ponerla al servicio de los madrileños, incluidos los que lo son por unos días. Si España se configura como una potencia exportadora y turística a la vez, Madrid, con el proyecto de Eurovegas, debería ser capaz de encabezar y aprovechar todas las oportunidades que se abren. La clave es sencilla: austeridad y flexibilidad. Los Juegos Olímpicos habrían estado bien, pero para 2020 Madrid debería ser una ciudad más atractiva aún.