Pedro Narváez
Mala onda
En este mundo polarizado que ha convertido EE UU en España, nuestro país a la vanguardia de ese fantasma mundial de los extremos, la noticia del día no fue uno más de esos movimientos tácticos de la política local que se repiten sincopados como un «hit» hortera de David Guetta, sino la confirmación de la teoría del cosmos de Einstein, lo que pone sobre el tapiz político a las ondas gravitacionales, tan minúsculas pero tan determinantes como para que, como nos explica en estas páginas Jorge Alcalde, los objetos masivos generen ondas que cambien la posición de los menos masivos.
La fuerza del populismo, una gran bola de nieve, está alterando el statu quo del resto de fuerzas mundiales más o menos tradicionales hoy disminuidas y que sienten el big bang del nuevo orden en carne propia. Las ondas gravitacionales empujan a los plácidos barcos a la tormenta. Estamos viviendo historia sin que nos demos cuenta. Como ocurre siempre. Pensábamos que el tiempo se había detenido y que estábamos a salvo de las tragedias que nos precedieron. El ruido siempre ahoga los acontecimientos importantes que suelen deslizarse en los márgenes oscuros. Y no es que haya miedo, sino pánico.
Cuando los empresarios dicen que se sienten tranquilos ante un pacto con Podemos nos transmiten aún más incertidumbre porque los grandes estudios económicos argumentan lo contrario. La empresa disimula o se encomienda a sus patrones. Elijan ustedes. Cuando el ministro del Interior advierte de una agenda oculta, subraya lo que ya sabemos y que la verdad no esconde: un pacto con el PNV supondría una relajación de la política de presos. Eso es lo que se juega. A quien le guste que lo disfrute. Por tanto, los que hablan de campaña del miedo están asumiendo que todo es cierto, que las ondas gravitacionales de los nacionalismos moverán a un Estado débil hacia donde les dejen. No dicen que sea mentira sino que, para ellos, no es preocupante como advierten los populares. Miedo no, pánico.
Cuando en Castilla-La Mancha se firma retirar la financiación a la escuela concertada y denunciar el Concordato con la Santa sede se ve venir el ensayo de un Gobierno nacional. Cuando Colau alienta manifestaciones con el lema «Gora marion-Etas» no sólo apoya a los titiriteros de Carmena sino que desliza un nuevo relato de la banda que, ahora sí, nos helará la sangre de verdad.
Las ondas gravitacionales de «las fuerzas del cambio» nos empujan al abismo de los agujeros negros de os que no saldremos sin heridas. El que fuera universo ignoto se muestra tal cual es. Lo de las ondas lo predijo Einstein hace un siglo, tanto tiempo como la relatividad radical del miedo, con sus fascismos, comunismos y futurismos. Para entender lo primero, hay que ser físico. Para lo demás basta con sentirse gaseoso. Losprogramas de los partidos es lo menos parecido a una ciencia exacta. Así que pasen cien años no se podrá corroborar ninguna teoría. Si acaso, rebatirla. El marxismo, por ejemplo.
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