Restringido
Manifiesto
Un día, poco antes de morir, me dijo Juan Marichal en su humilde piso de Madrid: «La democracia municipal y comunera es la piedra clave del Estado español». A los Ciudadanos de Albert Rivera, un proyecto atractivo, pero con el grave inconveniente de que sus promotores sólo han pisado asfalto, no se les ocurre nada mejor que acabar a matarrasa con siete mil de los ocho mil ayuntamientos de España. Con la completa desertización de la España interior, convertida en un cementerio de pueblos, sería la muerte definitiva de la milenaria cultura rural, ya agonizante. El 23 de abril, fiesta de Castilla y León y de los comuneros, asistí al caer la tarde a un acto singular en la Casa de Soria en Madrid, junto a la Puerta del Sol, en el que el presidente de la misma, Josemaría Aceña, ante un público expectante, leyó con voz atropellada por la emoción un manifiesto que comenzaba así: «Es tal la degradación demográfica de la provincia de Soria que ha llegado el momento de alzar la voz para evitar, si aún estamos a tiempo, la muerte de Soria y su desmembración». El manifiesto expone la situación dramática de la despoblación en esta provincia castellana. Apenas quedan 88.000 habitantes censados en una extensión de 10.318 km cuadrados, lo que constituye el mayor desierto demográfico de la UE. La alarma ha sonado al comprobar que en el último año «los datos de la progresiva despoblación de la provincia son apabullantes: no sólo hay cada vez más pueblos muertos o semidespoblados, sino que disminuyen también los vecinos en Soria capital y en las cabeceras de comarca». El grito final del manifiesto es: «¡Sorianos, Soria se muere!». El temor es que, si no se pone pronto remedio a la situación, una de las provincias españolas más cargadas de historia y de cultura, cantada por los poetas, con Numancia en su centro geográfico, que fue cabeza de la Mesta y de la Celtiberia, corre el riesgo de su desaparición administrativa. Este grito de auxilio trasciende localismos. Me he acordado, a este propósito, de la observación de Miguel Torga: «Universal es lo local sin paredes».
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