Martín Prieto
Menos humos
El día que Dios repartió la humildad y la prudencia, Pedro Sánchez estaba en el excusado y ello explica la altivez del que ofrece cambio y progreso cuando lo que necesitamos es estabilidad y frenos contra la regresión. El dirigente socialista se ha calzado el anillo de Moebius, el matemático alemán del XIX que supuso una cinta de una sola cara y un solo borde, y se apresta a lograr la cuadratura del círculo, aspiración irresoluble desde la Grecia clásica. Tras 40 días y 40 noches aún necesita nuestro hombre un mes para ser investido desde 90 escaños, y podremos decir que el año en que vivimos peligrosamente tomándole el pulso a la dichosa prima de riesgo estábamos más sosegados. «Aut Caesar aut nihil»: o César o nada. Hay que entender el dilema de don Pedro: o es presidente, aunque sea sostenido con palillos, o regresa a la privacidad como arterísco del PSOE. Conviene que todos rebajemos la emisión de humos. Lo de una «segunda transición» resulta pretencioso; tuvimos una que resolvió más problemas de los que dejó durmientes, y segundas partes nunca fueron buenas. Otra vez vuelve la sonatina del cambio, lema adoptado por Felipe González en 1982 y que suponía todo y nada. Aclaró: «Cambio es que España funcione», desilusionando a los ideologizados. Política de caja de herramientas en la que los socialistas advertían que no iban a tomar el Palacio de Invierno y que ni siquiera tenían la intención de alquilarlo. Progreso. En la naturaleza todo progresa, incluso lo muerto, pero hay tiempos en los que lo primordial es evitar retrocesos. A Sánchez, hijo de Zapatero, se le presume más gasto social, más deuda, rigidez laboral, menos inversiones y remonte de la curva del paro. Lo de mudar la Constitución, el Estado federal, dar por buena la milonga del derecho a decidir y los referendos plurilaterales tendrá que hablarlo con mejores modales con el Partido Popular, que para esos virajes tiene las llaves del Congreso y el Senado. Sobre la corrupción, dejemos de poner el carro delante del caballo. La corrupción comienza con el PSOE; el socialista es el único partido condenado en sentencia firme por financiación ilegal; y ahora el tríptico lo forma, por orden de importancia, los ERE de Andalucía, la suciedad de la derecha catalana y los arrebatacapas del PP en Madrid y Valencia. Sin acuerdo nacional, Sánchez no puede hacer de Don Limpio. Si el encargado no baja los humos, elecciones en verano.
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