José María Marco

Mis amigos

Tengo un amigo, de unos 35 años, excelente persona y gran trabajador. Se licenció en una universidad pública madrileña, con dos carreras. Preocupado por el bien público, trabaja en la órbita del Partido Popular. El curso pasado quiso hacer su doctorado y solicitó la inscripción en los cursos correspondientes de la misma universidad en la que había cursado sus estudios. Se la negaron, y no quedó la menor duda de por qué lo hicieron. Ha acabado haciendo la tesis en una universidad privada.

En Madrid, mientras tanto, en el Ayuntamiento, en la Comunidad y en el Gobierno central ha gobernado el PP, el mismo partido con el que este amigo lleva trabajando unos cuantos años. Es posible que de aquí a las elecciones generales no quede ya tiempo para rectificar estas situaciones. El caso es que el Partido Popular exige a sus electores, y aún más a sus amigos, un gigantesco esfuerzo para continuar respaldándolo. En otro orden de cosas, los reconocimientos públicos van siempre a los Goytisolo, a los Lledó, a los Álvarez Junco, figuras más o menos respetables, qué duda cabe, pero que significan y reflejan muy poco lo que piensa y siente el electorado del PP, y todos aquellos que se esfuerzan por apoyar, y a veces también hacer entender, la política de los populares.

Muchos se desaniman. Acaban convencidos de que cualquier cosa que no viene del otro lado del espectro político está neutralizada y no traspasará nunca una barrera, invisible, pero terminante. Más aún, intuyen que el esfuerzo, hecho a cambio de nada, resulta sospechoso. Por su parte, la gente joven, siempre necesitada de que se la tome en serio, tiene escasos incentivos para acercarse a los populares. Se figuran, con argumentos, cómo se les va a recibir y lo que les espera. El PP ha ganado las elecciones. Conviene repetirlo ahora que el PSOE reivindica como una victoria una situación que lo deja en manos de la izquierda alternativa y populista. Se avecinan, probablemente, algunos años de gobiernos de izquierda –extrema izquierda que, a poco que lo trabajen, tal vez consigan lo que se han propuesto: transformar toda España en una combinación de la Andalucía socialista y la Cataluña nacionalista. En estos años, el PP ha conseguido un éxito inmenso, como es sacar a España de la crisis. Debería ser posible al menos intentar recuperar a algunos de aquellos que se han ido desanimando por el camino.