José Antonio Álvarez Gundín

Monarquía «low cost»

Así no hay manera de hacerse republicano. Con esos sueldos casi de mileurista que el Rey ha puesto a la familia, es muy difícil competir. ¿Cómo afilar la guillotina si hasta Llamazares, Tardá o Junqueras cobran el doble que la Reina? Se viene abajo el viejo tópico con el que la izquierda enardece a las masas, según el cual la monarquía es un régimen parasitario infinitamente más oneroso que el republicano. Sólo el necio confunde valor y precio. Pues no. Comparada con las demás casas reales de Europa, la de Don Juan Carlos es una monarquía «low cost», una ganga por la que cada contribuyente apenas si paga 50 céntimos al año. El Rey es la cabeza coronada que más económica sale al erario público, pero como Jefe de Estado la diferencia es mucho mayor con respecto a los presidentes de República. Obama, Hollande o Napolitano, por ejemplo, ganan hasta tres veces más que Don Juan Carlos. Y no digamos si la comparación se traslada a las repúblicas latinoamericanas. No hay nada mejor que la transparencia para refutar a los demagogos y disipar suspicacias. La Casa Real está haciendo lo que debe y lo que corresponde a una monarquía parlamentaria. No se trata simplemente de actuar con arreglo a la normativa presupuestaria, sino de ejemplaridad pública, una virtud que exige ir más allá del cumplimiento legal. En un país donde el 95% de sus ciudadanos opina que la corrupción es un mal generalizado, la Jefatura del Estado tiene la obligación añadida de encabezar el desmentido con una conducta irreprochable. De ahí que la Casa Real deba profundizar en ese camino, que desde hace dos años transita con más intensidad y decisión que en los 30 años anteriores. Las mejores casas reales no son las que tienen más fondo de armario, sino más fondo moral.