Cristina López Schlichting
Navidad y cerebro
«Si venís a rezar a nuestra Universidad, iremos a pensar a vuestra Iglesia». Lo tiene escrito un grupo de autodenominadas feministas junto a una de las capillas de la Complutense madrileña. Extraña amenaza. Con mucho cachondeo y algo de irritación, las susodichas entraron en el templo y se sentaron «a pensar». Digo que es una extraña amenaza porque, por supuesto, no hay nada que objetar, pensar conviene. Para algunas personas hay una radical separación entre la universidad y el templo, entre la razón y la fe, hasta el extremo de considerar ofensivo que alguien rece donde se piensa. Creen irracionales a los que oran o, por lo menos, irracional el orar. Hay una extendida mentalidad que reduce la fe a sentimiento, imaginación, fantasía. Por el contrario, María Zambrano consideraba que la fe es el nexo de la persona con la realidad. La realidad, decía, es el testimonio o la prueba del «ser». Existe el mundo, luego yo no estoy solo. Somos porque algo nos precede, algo que podemos ver y tocar a nuestro alrededor. Es un dato conmovedor y bueno, que anima a preguntarse sobre la naturaleza de las cosas. Frente a lo que estas señoras supuestamente feministas piensan, el que reza, reflexiona. Sopesa de hecho, minuciosamente, el nexo entre el ser humano y la realidad, testimonio de otro «ser». Y aprende a amar este vínculo. Sé que lo que estoy exponiendo no es precisamente fácil, pero me parece relevante en Navidad. Porque si no lo tenemos en cuenta, las fiestas se reducen a la memoria de un extraño niño nacido hace mucho en una cueva y engrandecido por una leyenda de ángeles, pastores y camellos. Un mensaje sentimental, una tontería lindamente adornada. Los que rezan se toman muy en serio lo que les rodea, lo constatan y reflexionan sobre ello. Navidad es un paso más, es el anuncio de que la realidad no sólo es positiva (lo prueba, por ejemplo, la Historia del Dios creador con Israel), sino que ha sido colonizada por el Amor creador mismo; el Ser que nos antece nos abraza, se ha hecho uno entre nosotros. Jesús es este amor. Y sigue vivo en Francisco, en Teresa de Calcuta, en tantos y tantas a nuestro lado. Si no se pudiese rezar en la universidad de un país libre, el hombre estaría condenado a una realidad cuando menos desconcertante. Una circunstancia incomprensible y accidental, en nada relacionada con las grandes preguntas de la mente. Venid a las capillas a pensar, estáis invitadas, venid y veréis. Muy feliz Navidad del cerebro inteligente. Que ustedes lo piensen bien.
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