Julián Redondo

No es Pirlo

Carlo Ancelotti se siente seguro con Sergio Ramos en el centro del campo y Varane y Pepe atrás, e insiste. Sergio, centrocampista contra el Atlético, el Celta, el Sevilla y la Juve, trata de acoplarse. Juega con la cabeza alta, como los buenos «reggistas»; pero no es Pirlo, ni siquiera Pirlo es Pirlo. Ramos es un magnífico central, un interesante lateral derecho y un medio parcialmente aseado. Se defiende en la zona, pero se extravía y su salida con el balón invita a cruzar los dedos. Intenta el pase largo, tan confiado que provoca el contragolpe del rival. Cuando pierde la pelota en ese terreno la garganta exige más saliva que cuando Casillas despeja con el pie. No es lo suyo. No es lo de ellos. Ramos es lo que es y, trasladado al ámbito periodístico, no admite la comparación con ese todoterreno lúcido, intrépido y genial que era Jesús Hermida, el maestro que se nos ha ido. Sergio también es osado, mas tiene limitaciones, como Pirlo, que ya no es Pirlo, a quien la edad le aleja de la velocidad que antes le convertía en metrónomo incandescente. Pero Ramos no es un problema sino una solución, si juega en su sitio. En la media se nota en exceso que es un parche, para el entrenador más fiable que Illarramendi, Lucas Silva y Khedira –por cierto, ¿sigue en el Madrid?–. Y no es Modric, la ausencia por antonomasia, el catalizador que necesitan Kroos, Isco (error en el cambio, sin él se rompió el equipo) y James para multiplicar las ocasiones de gol y que Cristiano, en guardia las 24 horas, como la funeraria, las aproveche. A pesar de los pesares, de que no está Modric, ni Benzema, el equipo es capaz de sobreponerse al 1-0 por dejar sin marcar, ¡con cinco defensas!, a Tévez y a Morata, que se ganó el gol a pulso. Empató Cristiano y el «Apache» firmó el 2-1 de penalti. En el Bernabéu, la Juve pondrá el autobús, jugará a la contra y el Madrid tendrá que afinar arriba y, sobre todo, no descuidar la retaguardia como en Turín.