Alfonso Ussía
«No hay tu tía»
Tarde, pero bien. Rajoy ha decidido compartir con otros la defensa de la unidad de España. Sánchez con pragmatismo, Rivera con convicción e Iglesias que no. Para mí, que la buena disposición de Sánchez, que le honra, es consecuencia del empujón hacia la sensatez de Susana Díaz, que tiene un concepto de España mucho más claro y definido que el presumible guapetón. Y Pablo Iglesias, de nuevo, ha demostrado ser el más cursi de España, con Mas alentándole la nuca. Este hombre aún se cree que el aparente desaliño indumentario es un signo de la izquierda, cuando en realidad lo es de la mala educación. Y como siempre, el detalle de la cursilería con ambición de escaparate cultural. Después de decirle a Rajoy que la unidad de España le importa un higo, le ha regalado, con una extensa y cariñosa dedicatoria, el «Juan de Mairena» de Antonio Machado. «Seguro que lo ha leído usted, pero esta edición es una joya y creo que sería bueno que volviera a leerlo en estos días». Petulancia aparte, concede a su regalo un valor editorial cercano al joyerío. Tengo esa misma edición en mi biblioteca y no es una joya. Es una edición normal, bien cuidada, y poco más. Los Machado eran dos. Antonio consideraba que no había poeta como su hermano Manuel. Coincidía con el grande y perverso Borges, que al recibir del poeta gaditano Fernando Quiñones un volumen con poemas escogidos de Antonio Machado, comentó: «¡Ché, qué sorpresa! ¡No sabía que Manuel Machado tuviera un hermano!».
De todas las iniciativas de Rajoy en los últimos meses, ésta es la más acertada, oportuna y aplaudida. Intuyo que los de UPyD se sumarán al acuerdo en defensa de la unidad, y que el resto de los partidos, con Izquierda Unida a la cabeza, se alinearán en el bando de «Podemos». Pero son muy pocos contra muchos, y no hay tu tía. Cuando Alberto Alcocer y Alberto Cortina intentaron quitarle el sillón en beneficio de Alcocer a Alfonso Escámez de la presidencia del Banco Central, el murciano de Águilas acuñó la sentencia: «Sois pocos contra muchos, y no hay tu tía, Alcoceba», porque Escámez gustaba de patinar intencionadamente con los apellidos de sus adversarios. A Amusátegui le decía «Anchuátegui» y cuando se refería al joven y ambicioso Corcóstegui lo hacía como «ése».
Si Rajoy estuviera más cerca de la calle, oiría en estos días los elogios que semanas atrás eran críticas amargas. Se ha comportado como tiene que hacerlo el Presidente del Gobierno de una nación amenazada por la ruptura unilateral y anticonstitucional de una de sus regiones. Ahora está obligado a utilizar, con la ley en la mano, todos los instrumentos legales para impedirlo, sin temer consecuencias desagradables ni procesos judiciales interpretados desde el victimismo. La arrogancia, la soberbia y la fatua vanidad del principal impulsor de la separación de Cataluña de España, en el caso de que tenga –que tiene–, que someterse a la justicia, desaparecerán en cuarenta y ocho horas. El gran penalista José María Stampa visitó en Alcalá-Meco a un importante empresario que acababa de ingresar en prisión. Le pregunté por el estado anímico de su cliente, y su respuesta le nació inmediata: «Ya se le ha puesto cogote de preso».
Hemos sido muchos los críticos y decepcionados con Rajoy. Su reacción ha sido tardía, pero de hombre de Estado. A partir de ahora, hay que avanzar y no bailar la «yenka».
Nos jugamos España, la nación más antigua de Europa. Si ya ha leído, que lo doy por hecho, el «Juan de Mairena» de Antonio Machado, no pierda el tiempo haciéndolo de nuevo. O devuélvalo a Iglesias con la compañía de un buen champú. Los españoles, incluídos los catalanes que no renuncian a serlo, somos muchísimos más. Y no hay tu tía. Bien por Rajoy, Sánchez y Rivera.
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