Julián García Candau
Noche épica
Goleada para el recuerdo. Eliminatoria para las grandes jornadas épicas. El Barça, como el Real Madrid, está en los cuartos de final de Liga de Campeones. La remontada fue posible. Volvió el gran equipo campeón. Reapareció el conjunto que tantas historias protagonizó en los últimos años.
Eliminar al Milan exigía cambio radical con respecto al juego exhibido en la ida en San Siro. Y el Barça no tardó un minuto en sacar a relucir su mejor imagen. Más rapidez, más presión, mayor recuperación de balones, juego sin tanta parsimonia en los pases y posesión de balón de manera agobiante. Con una salida tan exultante, tardaron cinco minutos en marcar el primer gol. Messi fue el autor con uno de sus disparos en que burla al defensor que le persigue. En las postrimerías del primer periodo volvió la magia de Messi y, como en la primera ocasión, además de que colaborara Iniesta en el pase, Villa actuó de delantero centro imán. No fue el rematador tradicional porque salió a jugar con la misión de servir de escudo para Messi. Atrayendo a los centrales era más fácil que el genial argentino hallara oportunidades para marcar. Pero también tuvo su oportunidad y la aprovechó. Fue el tercer tanto, el que daba paso a los cuartos de final.
Esta vez el equipo barcelonés no se dio respiro y su único problema fue la banda de Dani Alves. El dominio tenía como contrapartida el peligro de que un contragolpe dejara la eliminatoria en el más difícil todavía. Sólo en los últimos minutos, con el marcador 3-0, buscó el Milan la diana que le valiera la victoria y se topó con la contrapartida de Jordi Alba.