Inocencio F. Arias

Obama, Cosby y Cuba

La Razón
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Raúl Castro fue mucho más cortés hacia Obama que el ayatolá supremo, el divinizado Jamenei que declara arrogantemente que las relaciones con EEUU no van a cambiar a pesar del acuerdo nuclear. Para el iraní, Washington sigue siendo el gran Satán. El cubano, más realista, admite implícitamente que Cuba tenía más que perder que EE UU con la inexistencia de relaciones. No quiere meterse en la cama con los americanos del norte pero desea ya la apertura, el deshielo. La razón principal no es solo el oxígeno vital que le proporcionará la reanudación, forzosamente limitada por ahora, de los contactos con los yanquis, sino que sabe que la medida cuenta con el beneplácito general de la población cubana. La gran paradoja de la situación actual es que la aproximación al antiguo enemigo produce una satisfacción generalizada, a veces entusiasmo, en un lado de la ecuación, en Cuba e Irán, y solo una curiosidad difusa en el otro, EE UU. Es un motivo de reflexión por qué la normalización con el imperio capitalista occidental produce alegría en las sociedades no democráticas (¿un anhelo de imitación?) y la cuestión deja relativamente indiferente a la población del país democrático. Mientras Obama, al que muchos daban como muerto en la recta final de su mandato, aparece resucitado, seguro de sí mismo y activo. Hace un par de días, preguntado por las acusaciones de abusos sexuales al ídolo negro Bill Cosby, el presidente, despues de una floritura diplomática, fue tajante: « Si una persona droga a otra y sin su consentimiento tiene una relación sexual con ella, eso es una violación». Ha vuelto el Obama valiente, con Bill Cosby, con Irán y con Cuba, donde la historia le dará la razón.