Julián Cabrera
«Operación bikini»
Me comentaba recientemente un destacado miembro del Gobierno, a propósito de la ausencia de candidatos confirmados por la dirección de su partido en Madrid, que resulta curioso que en un lugar donde muchos se jactan de ser los más listos, los más guapos y los más ricos en el elenco territorial del Estado español exista esa sensación de vacío o de cierta orfandad a la hora de contemplar sus referentes políticos electorales.
Sarcástico pero acertado símil que entre líneas viene a poner el dedo en otra llaga. Si somos conscientes de que tanto en España como en países de nuestro entorno desarrollado el bipartidismo ha sido garantía de estabilidad y consecuentemente de progreso, también hemos de serlo para colegir que probablemente no se está haciendo todo lo necesario para evitar un panorama de futuros parlamentos desquiciados por fragmentación.
Madrid muestra la paradoja de que los movimientos tácticos a tres meses para las elecciones se centran casi exclusivamente en disyuntivas internas a propósito de los nombres. En el PP contrasta la falta de prisa en la dirección nacional con la inquietud casi agónica de los candidatables y en el PSOE se teme llegar a la campaña ahogados en una guerra civil con primer teatro de operaciones en Madrid, por no hablar de la fallida «operación Tania» en IU.
La estabilidad política no está sólo amenazada por la sombra de Podemos, sino por un anquilosamiento en PP y PSOE propio del ejercicio alterno del poder. Tal vez por ello sea llegado el momento de dejar a un lado –y Madrid puede ser vanguardia– el debate sobre los nombres de siempre para abrir paso a otros –que haberlos haylos– menos ligados a cuitas del pasado. Una «operación bikini» para quitarse michelines. Atentos al dedo de Rajoy...
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