Iñaki Zaragüeta

Oriol, víctima

Oriol Pujol no sólo está cubierto por la presunción de inocencia, sino amparado por las trampas puestas en su camino. Así, es lógico que piense que el sistema y el entorno aparecen eximentes en caso de afectarle la Justicia. ¿Cómo un adolescente, en pleno periodo de formación, puede esquivar al ambiente? Si la Cataluña soberana fue el santo y seña de su educación y el cálculo del tres y cuatro por ciento, el instrumento para el sublime dinero... ¿quién sería capaz de desviar los pasos por otra vereda? Por tanto, ¿quién le niega el derecho a la comprensión si se viera ante un Tribunal? En su opinión, la perversidad del sistema es la que ha de visitar al juez.

El escenario le ha obligado. Toda obra de teatro requiere el reparto de papeles. Por un lado, la Cataluña imperial, para cuyo montaje alguien debe responsabilizarse. ¿Quién mejor que él? Evidentemente, la economía de mercado impone ganar dinero. Ahí está tendida la celada para quien tiene encomendada tan loable misión.

Por otro, la actualidad exige globalización. Difícilmente se alcanzan grandes metas sin traspasar fronteras. Le pasó a Carlos V. ¿Qué hubiera sido sin poner la pica en Flandes? México, Argentina, la República aparecían como instrumentos para hacer de la nación una superpotencia. ¿Para qué acudir a extraños si la intimidad familiar lo solventa? No era por ellos, era por Cataluña.

Si los magistrados vieran en Oriol indicios de culpabilidad, han de estudiar si ha sido una víctima de todos nosotros, de la citada perversidad del sistema. Tras comprobarlo, todo el peso de la Ley. Así es la vida.