Pedro Narváez

Pacto o muerte

Los resultados de las encuestas tienen a los candidatos intoxicados de valeriana. Los que pierden porque fracasan y los que ganan porque no triunfan, como Susana Díaz a la que le están haciendo pasar el calvario del Cristo de Triana de quien es devoto su marido. La que te ha caído, bonita. Al final, más que la «gente», como nos llama Pablo Iglesias, que es nombre de sección de corazón, para eso que nos interpele como plebe o directamente la canalla, lo que interesa es el partido, la táctica y eso. Andalucía puede ser un nicho de corrupción que llevaría a la tumba a quien baile con el muerto, pero los socialistas han ganado las elecciones. Punto. La democracia era esto, un cuaderno limpio en el que se puede escribir con faltas de ortografía. Lo que nos espera a partir de ahora es ser ingleses sin tener ni idea de inglés. Pactar sin conjugar tamaño verbo en la vida. Cuando hace falta más generosidad, salta la avaricia. Algunos ya se hacen pis cuando hay que llegar de casa con las necesidades hechas, mullido el retortijón por la bravura y al final vendrá el señor Lobo a limpiar el plopló como si fuera sangre de «Pulp Fiction». Pacto o muerte es el título de este primer asalto del otro combate del siglo. Que vaya guardando Pedro Sánchez el cordón sanitario, más aún cuando la ciencia va a permitir crear órganos humanos en cerdos no vaya a ser que acabe en la pocilga de la condición humana. El secretario general mira desde Madrid cómo arde el sur con la lira de Nerón entre las manos. Que no se engañe, al final siempre le quedará el PP, y Susana, que ahora aparece como estampa bíblica con la cabeza de sus evangelistas en una bandeja, acabará como la otra Salomé de Eurovisión que gritaba «Vivo cantando».