Política

Parábola del puntillero torpe

La Razón
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A Susana Díaz, quién lo hubiese dicho hace tres años, pueden quedarle apenas dos semanas de vida política. Su batalla para evitar la disolución del PSOE en el ácido sulfúrico del populismo se retrasó entre alabanzas de los turiferarios a una fineza táctica que no se apreciaba por ningún lado. Pedro Sánchez fue su creación y se convertirá en su verdugo, según apuntan todos los indicios, el próximo día 21. ¡Cuánta sabiduría! Las sospechas de que la última esperanza de la socialdemocracia reposaban sobre una candidatura de corto vuelo intelectual se concretaron en el Comité Federal de otoño, dantesco espectáculo orquestado desde Sevilla en el que los socialistas andaluces actuaron como los puntilleros torpes en las plazas de tercera: en lugar de rematar al morlaco, lo devolvieron a la vida. «Pareces un juez de guardia porque te dedicas a levantar cadáveres», gritó en cierta ocasión un espectador con guasa a un subalterno que no atinaba. Casi 9.000 militantes andaluces se atrevieron a avalar a la vista del férreo aparato regional, con su firma y DNI, al adversario de la lideresa. ¿Por cuánto se multiplicará esta cifra en la intimidad de la cabina en la jornada de la elección? El pedrismo ofreció su primera prueba de vida en Dos Hermanas y se proclamó favorito ayer en Alcalá de los Gazules: nadie puede negar su capacidad para lo simbólico a quien es capaz de mancillar así dos feudos legendarios de su rival. Con su autoritarismo mal disimulado, Díaz convirtió al enemigo en el líder de una causa rebelde y cimarrona. Las promesas de Sánchez, cuentos chinos trufados de insensateces, resultan más atractivas que el aburrido oficialismo de una alternativa que no ofrece sino el poder de la Junta (más las sucursales extremeña y manchega), y éste es cada vez más menguante.