Julián Redondo

Pulmonías en el trópico

Pulmonías en el trópico
Pulmonías en el trópicolarazon

Entró el Madrid al partido contra el circunstancial Almería enterado de la derrota del Barça en Granada y consciente de que su obligación era ganar por lo civil o por lo criminal, que decía Luis, conciencia de ese Atlético que goza de una férrea y estable salud mental. Vamos, que no le parte un rayo. Ahora, todos los puntos son vitales y los descuidos, fuente de información para los adversarios. Es un anuncio luminoso el estado crítico azulgrana. Es información coyuntural que el Bayern perdiera 0-3 en su casa con el Borussia de Dortmund, ya sólo a 17 puntos de los bávaros de Guardiola. La relajación en fútbol es pecado mortal y la penitencia a veces es tan severa que conduce directamente al infierno.

Pese a las bajas, Ancelotti consiguió concienciar a sus pupilos, también a la multitud de eventuales, de que para no repetir partidos como el de Dortmund o el de Sevilla es necesario correr, atacar, defender y sufrir. Di María captó el mensaje como ninguno. Fue la primera pesadilla del Almería, goleado.

Antes, los dos batacazos del Barça, identidad marchita. Dos heridas abiertas en puertas de una batalla crucial. El fútbol, por los suelos, a ras de césped, como la moral quebrada de un equipo apaleado, eliminado y humillado por el Atlético; desplazado de la Liga por el Granada, voluntad sin ira, defensa propia, gol de oro y una docena de ocasiones para perder. Pero ganó y, cumplido el tiempo reglamentario, no se lamentó por esas jugadas dentro del área del temerario Mascherano que cuesta a los árbitros traducir a penaltis. Se desangra el Barcelona, que antes no se constipaba y ahora coge pulmonías en el trópico. El Madrid aún respira.