Rosetta Forner
Que la salud te acompañe
A nadie le gusta estar enfermo. Y, menos aún, cuando se es extranjero en país ajeno y se carece de papeles. No soy política, soy humana; por eso, para mí, la persona es lo prioritario, no el pasaporte. Comprendo que vivimos en una sociedad donde, a excepción del amor y las puestas de sol –mientras a Dios no le dé por cobrarnos–, nada es gratis. Empero, ningún ser humano debería no ser atendido en nombre del dinero. La Seguridad Social en España no es gratis, cada trabajador/empresa paga su cuota, dejando de tener tarjeta cuando deja de pagar –caso de los autónomos–. ¿Qué hacemos con los desheredados de la sociedad? ¿los ignoramos? No, a no ser que queramos dejar de ser humanos. Existe una realidad, ergo el Gobierno de turno debería destinar una partida a «gastos sanitarios de gente que no puede costear la Seguridad Social».
Si queremos vivir en una democracia donde las personas no sean de primera, segunda, tercera o inclasificable categoría, el tema de la salud no debe desa-tenderse. Para un político, un inmigrante ilegal es un «sin papeles», pero esa misma persona para alguien que le ama puede ser «el ser más importante»: desde el factor humano todos podemos entender esto. Asimismo, los médicos, en base a su juramento hipocrático, tienen la obligación moral de atender a cualquier persona, y lo hacen.
Un buen gobernante es aquel que asume los problemas, retos y realidades de la sociedad que gobierna y procura darles la mejor de las soluciones. Hablando de desigualdades, por ejemplo, un valenciano es «inmigrante», sanitariamente hablando, cuando sale de su comunidad, y lo mismo les ocurre al resto. Un español, cuya tarjeta sanitaria haya caducado, debe ir a urgencias para ser atendido. Ignorar los problemas no los soluciona. Como no soy política, no me corresponde a mí dar la solución política. Como ciudadana y persona deseo que la salud nos acompañe, y que nunca perdamos de vista que todos podemos ser ese «sin papeles».
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