Alfonso Merlos

Querer y poder

Estamos en un cambio de época. Sí. Y en una época de cambios. También. Los primeros que han de verlo son quienes se han jugado todo, y siguen haciéndolo. Los movimientos en la jerarquía del PP vasco no pueden ser interpretados en clave de normalidad. Porque el brazo pseudo-político de ETA sigue en las instituciones. Porque esto representa una amenaza directa, simple, inmediata para todos los demócratas. Y porque quienes creen en el avance y el fortalecimiento del sistema de libertades en España están moralmente obligados a hacerse más rocosos si cabe, a mostrarse compactos y unidos ante la opinión pública y sus militantes y simpatizantes.

La situación se ha prolongado penosamente durante más días de los convenientes para elegir a alguien con el perfil adecuado para el cargo de secretario general. Y una vez desvelado el interrogante, ya no caben vacilaciones, ni intrigas, ni crisis de ningún tipo. Porque todo eso significaría debilitamiento para un proyecto que a muchos interesa que permanezca erguido frente a la indefinición socialista, la bravata peneuvista y el matonismo/macarrismo/salvajismo de Sortu/Bildu/Amaiur. ¿O no?

Más claro agua. Los partidos políticos deben debatir sobre quién debe ocupar tal o cual cargo. Más si son de los importantes (¡sólo faltaba!). Pero, materializadas las decisiones, sólo cabe trabajar, trabajar y trabajar por el interés general de los ciudadanos. Sin distraer fuerzas. Sin perder la concentración. Con el objetivo claro de ayudar a que todo funcione de la mejor manera posible.

Una cosa es la democracia interna y otra la conspiración o la guerra de guerrillas o el navajazo entre correligionarios. Puesto que aquí no se ha dado (es evidente), a pasar página y a trabajar por un País Vasco próspero, sereno y libre pero de verdad. Se puede. Hay que querer. ¡Adelante!