Toni Bolaño
Racistas con barretina
Ya tenemos otro gran escenario para tirarnos los trastos a la cabeza. El Parlament estudia –es un decir– la recusación de cuatro magistrados del Constitucional por «animadversión» a Cataluña. Lo curioso de la afirmación es que se confunde a Cataluña con el nacionalismo catalán con una naturalidad pasmosa. El conseller de la Presidència, en su comparecencia habitual de los martes, manifestó que apoyará la propuesta del Parlament. De la acción de gobierno ni palabra. Su única acción política es la agitación.
Sin embargo, he echado en falta que el conseller portavoz no criticara con la misma vehemencia y contundencia a los que manifiestan su «animadversión» a los catalanes. Que no critique sin paños calientes a los que hacen gala de xenofobia y racismo sólo porque están al servicio de la «causa» independentista. Propongo que se les censure en TV3. Que no se les otorguen subvenciones por hacer apología de la violencia. No todo se puede justificar aunque estén envueltos en la «estelada».
Mariona Carulla. Jubilada. «Aquel hombre (el dictador Franco) en los años 60, nos envió mucha gente, cargó trenes de gente para ver si nos diluía. Él quería a Cataluña pero quería una Cataluña castellana». No decía lo mismo cuando su marido doblaba las películas –era la voz de John Wayne, Burt Lancaster o Anthony Quinn entre otros– en la década de los 40 y 50. No se les conoce ardor independentista, ni tan siquiera de protesta en esa época.
Anna Tarrès. Pseudo historiadora. «No es catalán alguien que no habla catalán, es catalán sólo aquel que habla catalán, el que defiende la nación catalana». Por si no ha quedado claro, añade. «No quieren la independencia aquellos que hablan castellano en Cataluña, estos son colonos no son catalanes».
Toni Albà. Artista subvencionado. «Que nada nos ciegue, el Estado Español ha causado más muertos que todos los grupos terroristas». Supongo que se refiere a cuando la Generalitat reprimió la revuelta del POUM, a cuando la burguesía catalana reprimió a las clases más desfavorecidas en la Semana Tràgica o cuando los sindicatos amarillos mataban a sindicalistas en calles o fábricas. O cuando los –ultracatólicos y conservadores– carlistas catalanes asesinaban a diestro y siniestro en las plazas que conquistaban.
Ante estas afrentas a los catalanes y a una Cataluña plural no he oído al gobierno rasgarse las vestiduras. Tampoco le he oído recriminar estas actitudes racistas, aunque luzcan una impecable barretina. Y tampoco he oído a los miembros del grupo Súmate. Esos que defienden la independencia en castellano. ¿No tienen bastante con estos ejemplos? Señor Luís Cabrera que las subvenciones a Tallers de Músics no lo hagan mirar para otro lado.
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