Iñaki Zaragüeta

Rajoy entiende el mensaje

La corrupción se ha extendido tanto en España durante las últimas décadas que se ha convertido en uno de los dos problemas más preocupantes para los ciudadanos hasta derivar en el foco principal del debate político entre los partidos, más aún con la irrupción sorprendente de Podemos como consecuencia principal. De ahí que el presidente del Gobierno no haya tenido más remedio que agarrar el toro por los cuernos y afrontar el reto de luchar con contundencia contra esta lacra. Se ha dado cuenta de que ya no valen las palabras sino los hechos. No importa ya si debería haberse hecho antes. Lo crucial es que se ha dicho «basta». La pena es que una organización como el PSOE, fundamental para la estabilidad democrática, se pierda en intereses partidistas y prefiera centrar su interés en el marcaje a Podemos en vez de mantener su misión de alternativa de gobierno. Pedro Sánchez perdió ayer la ocasión de erigirse en coprotagonista de la batalla contra la corrupción recuperando su cualidad de vaso comunicante con el PP para la alternancia.

Mariano Rajoy ha entendido el mensaje de los españoles, que «están pidiendo –reflejaba ayer el editorial de LA RAZÓN– que en la actividad política imperen unos valores éticos estrictos y que primen los intereses generales del país por encima de los partidistas». Sorprende que, en este proyecto tan importante como imprescindible del presidente del Gobierno, aparezca en su propio partido algún verso suelto –sólo él sabe con qué intenciones– como Núñez Feijóo subrayando que las medidas llegan tarde. Habría que preguntarle, ¿entonces no se hace nada? Mejor hubiera sido que tanto partidos, políticos, patronal, sindicatos... como dirigentes, políticos, empresarios, sindicalistas... no hubieran caído en esa afrenta a los ciudadanos como es la corrupción. Así es la vida.