Restringido

Rajoy: «Soraya, tranquila, esto sale»

La Razón
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Mariano Rajoy inclinó el cuerpo, tomó impulso y lanzó una frase convertida ya en mantra monclovita: «Soraya (Sáenz de Santamaría), tranquila, esto sale». Durante unos segundos se hizo el silencio entre los presentes en el sanedrín presidencial. Los rostros de los convocados delataban desasosiego, un abrumador nerviosismo ante la amenaza de un «triunfo» en las urnas que puede quedar en nada por los pactos posteriores. Es verdad: sobre el Gobierno gravita una honda preocupación. Los ministros viven como si les temblara el suelo por las pisadas que se escuchan de un acuerdo entre PSOE y Podemos que muchos dan por hecho. Sin embargo, el presidente es quien calma a todos: «Desde la vice a los ministros pasando incluso por subsecretarios de Estado», me cuenta un ilustre colaborador de La Moncloa que vive angustiado por la posibilidad de tener que estarse buscando en breve otro empleo.

«Rajoy es consciente de que está en juego su propia continuidad, pero no sólo la suya, la de todos y, por encima, la de sus políticas», relata la misma fuente. «El ‘‘jefe’’ pide a todos confianza», asegura. El presidente del Gobierno en funciones confía en sacar adelante el pacto de Estado con el PSOE y Ciudadanos, que serían las piezas imprescindibles para, según su plan, dar estabilidad política, realizar las grandes reformas pendientes y ganarse la confianza de los mercados. A tal fin, promete redoblar la presión sobre Pedro Sánchez. La «Grosse koalition» es su sueño. Claro. Aunque en estas últimas horas comienza a imponerse la teoría de un Gobierno en minoría, para una legislatura corta, muy corta; un año, año y medio a lo sumo, con apoyos puntuales de las otras dos fuerzas constitucionalistas.

Mientras, todos alrededor de Mariano Rajoy tienen dudas. Lógico. Por más que deseen creer que su presidente se guarda un as en la manga, que tiene informaciones que ninguno más conoce. Pero les escama que la consabida oferta al PSOE de apoyarlo en comunidades y municipios donde gobierna con Podemos en caso de cerrarse un pacto entre ambos partidos haya tenido que hacerse a través de la televisión. Mala señal. Porque ello quiere decir que las líneas de contacto entre populares y socialistas, como salta a la vista, están totalmente rotas. Sin embargo, nadie duda de la capacidad de prospectiva del presidente. En este sentido se destaca como «hito de visión política» su empeño por aprobar los Presupuestos Generales del Estado el pasado verano, lo que ha permitido impedir que el sistema institucional de España estuviese ahora mismo, con unas Cortes tan atomizadas, bajo la lupa de Bruselas.

Lo que nadie en el entorno del presidente duda es que Mariano Rajoy afronta una situación sin retorno. Si fracasa su estrategia, dirá adiós a la vida política. Y deberá acompañarle la mayor parte de lo que se ha venido en llamar marianismo. Perder la Presidencia tras sólo una primera legislatura no es perdonable políticamente, lo saben bien en La Moncloa. Por eso nadie va a racanear esfuerzos. Se lo juegan todo. Incluso siendo conscientes del tiempo que han perdido sin lograr abrir todavía ninguna vía de diálogo. De ahí que la preocupación del entorno presidencial ahora sea al menos poder llegar a sentarse en una mesa de negociación con el PSOE. Y para eso, no tienen dudas, están en manos de Ciudadanos.