Irene Villa

Repugnancia

La Razón
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Con varios procesos abiertos a quienes lanzaron mensajes hirientes, humillantes, cargados de odio e inquina, y la primera condena en firme de un año de prisión a una tuitera que utilizando la conocida y pública red social, humilló a varias víctimas del terrorismo, entre las que por cierto me encuentro, queda corroborado que la libertad de expresión no ampara el discurso del odio. Un gran paso para que dejen de justificarse las acciones terroristas y cese de una vez, legalmente y sin más contemplaciones, la humillación de víctimas de violencia y demás barbaridades que no producen otra cosa más que repugnancia.

Así lo estableció la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en su sentencia número 623/2016 el pasado 13 de julio, por la que condenó a un año de prisión a una joven por un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. Quisieron dejar claro que «no se penaliza aquí el chiste negro, se penaliza la humillación que está inserta en el discurso del odio» ya que la susodicha se burlaba de personas con nombre y apellidos, la mayoría desaparecidos porque así lo decidieron unos terroristas.

El castigo por enaltecimiento del terrorismo, que lo que persigue es la prohibición de lo que se ha denominado «discurso del odio» o alabanza o justificación de acciones terroristas que además de ofender a la sociedad sirven de aliento para otros malhechores que ven gloria en el dolor ajeno, no trata de criminalizar las opiniones de otros por ser discrepantes «sino que trata de combatir actuaciones dirigidas a la promoción pública de quienes ocasionan un grave quebranto en el régimen de libertades y daño en la paz de la comunidad con sus actos criminales, atentando contra el sistema democrático establecido». Pues dicho queda, ahora solo falta que esos miserables que se amparan en el anonimato que permiten las redes sociales para lanzar todo tipo de sandeces y degradaciones, sean capaces de sujetar la auténtica repugnancia que llevan dentro o si no, que se atengan a las consecuencias.