César Vidal

Ridículo nacionalista

La Razón
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Recuerdo una época en que el nacionalismo catalán llamaba la atención en el extranjero. No mucho ésa es la verdad, pero cuando Pujol aparecía por Estados Unidos con un séquito superior al del Rey había gente que iba a escucharle. A la mayoría le parecía un dislate lo que salía de la boca del presidente catalán, pero por eso de que viajaba desde España lo aguantaban. ¡Ay! ¡Sic transit gloria mundi! Sin embargo, desde hace años, el nacionalismo catalán sólo cosecha en el exterior burlas, desdén y ridículo. No lo digo sólo porque Puigdemont haya tenido que renunciar a un viaje a Marruecos donde no lo iba a recibir ni el siervo que recoge las boñigas del camello del malik. A decir verdad, lo señalo especialmente por ese periplo americano que ha protagonizado hace unos días Junqueras. Más despistado que un burro en un garaje, tuvo que soportar en Miami cómo le sometían un acto de repudio los indignados exiliados de Venezuela. Junqueras a lo mejor se cree que nadie se entera de lo que pasa en su aldea, pero da la casualidad de que las víctimas del chavismo saben que su partido nacionalista de terrible memoria ha sido junto con Podemos el ariete de la dictadura venezolana en el congreso y en el senado de España. Para colmo, algún talento borrical decidió que Junqueras visitara el Doral, es decir, el barrio de Miami rebosante de huidos de la dictadura chavista. Se trató de un disparate de la misma magnitud que haber paseado a Fidel Castro por la Pequeña Habana miamense. Mientras los venezolanos indignados lo motejaban de cómplice y aliado de la represión, el pobre Junqueras –digo pobre porque, en verdad, daba lástima– movía los ojos como la niña de «El exorcista» cuando la rociaban con agua bendita. A mi que los nacionalistas catalanes hagan el ridículo cuando salen de su pueblo no me causa especial pesar. A decir verdad, hasta quiero creer que, enfrentados con la realidad, lo mismo maduran de una vez y dejan de hacer el cimbel. Lo que sí me duele en el alma es que esas charlotadas las paguen los contribuyentes. La hucha de las pensiones tirita y la factura de la luz sube, pero Montoro le ha dado a Junqueras el dinero para que pueda ponerse en ridículo en el sur de la Florida. Definitivamente, algo no anda bien.