Alfonso Ussía

Romance de las manos

La Razón
La RazónLa Razón

Esas manos regordetas/ de Junqueras, bien posadas/ sobre el nácar y alabastro/ de los hombros de Soraya,/ han traído a mis recuerdos/ imágenes olvidadas/ por los mandatos del tiempo/O las memorias borradas./ El amor que hay en las manos/ que acarician a Soraya/ con sus dedos morcillones/ y dulzura acumulada/ de monas de Pascua antiguas/ o de cremas catalanas,/ me han llevado a mis rincones/ de nostalgias donostiarras./ De esa guisa acaricié/ a mis novias en la playa/ cuando miraban a un cielo/ sonrientes y extasiadas/ de fuegos artificiales/ en las noches estrelladas/ de aquellas Semanas Grandes/ que hoy han vuelto a mis andadas./ Así acaricié entre pasmos/ y suspiros de alabanza/ a Dolores Ibarruren/ a Pilar Gurenzabala,/ a Milagros Basurmendi,/ a Mercedes Garrillaga,/ a Margarita Zurriola,/ A Pepita Larrazábal,/ y a una francesa muy mona/ muy divertida y simpática/ de la que sólo recuerdo,/ lo mucho que se agitaba/ cuando mi palma, en sus hombros/ con suavidad, transitaba./

También el barón Von Trapp/ a «Fraülein» María amaba/ y puso sobre sus hombros/ sus manos cuando bailaban,/ en el jardín de la pérgola/ una bella danza austríaca./ Ella se salió de monja,/ él abandono la Armada,/ ella se quitó los hábitos,/ él rompió con la pesada/ de su novia de Viena,/ y en menos de una semana,/ ella, de blanco impoluto/ y él de marino de Austria/ con el amor por testigo/ en Salzburgo, se casaban./ Lo anteriormente rimado/ sale en «Sonrisas y Lágrimas».

Cuando van en la avioneta/ Robert Redford y la urraca/ de Meryl Streep volando/ sobre la inmensa sabana/ y ven galopar las cebras/ y el susto de las jirafas,/ y millones de flamencos/ con sus alas escarlatas/ alertados por el ruido/ de la avioneta de marras/, ella le entrega su mano/ y él acaricia su espalda/ en una preciosa escena/ de pareja enamorada./ Lo anteriormente rimado/ sale en «Memorias de África».

Que se empieza por las manos/ en los hombros de la amada/ y se sigue por el cuello/ y más allá por la espalda/ y ella se vuelve de pronto/ y allí mismo, ante las cámaras,/ y con el Rey por testigo/ amor y pasión estallan./ Y es inevitable el beso/ que da el Gobierno de España,/ al líder separatista/ de la «nación» catalana./Ese dedo entre chistorra/ y sueño de butifarra/ sobre el hombro dialogante/ de la virreina Soraya/puede guardar más secretos/ que el de Banca Catalana/ la herencia de los Pujol/ la unión de Villar y el «Barça»/ el tres por ciento de Mas/ y el ritmo de la sardana./ Esos suaves toquecitos/ en los hombros de Soraya,/ la mosca tras de la oreja/ me zumba, alerta y me escama.

Qué sonrisilla nerviosa/, qué cariño en la mirada,/ qué manos sobre los hombros,/ qué presión sobre la dama,/ que dulzura en la epidermis/ qué tentaciones mostradas,/ qué dedos los de Junqueras,/ qué gratitud en Soraya.../ O Rajoy lo corta en seco/ o la escandalera estalla/ y no quiero ni pensar/ ¡Dios mío! la que se arma./ Nuestra vicepresidenta/ la del Gobierno de España,/ que se afilia por amor/ a «Esquerra Republicana»./ Siempre he sido previsor,/ así, que hoy por la mañana/ cuando termine el romance/ de las manitas posadas/ iré a un comercio del ramo/ a adquirir la más barata/-tampoco hay que exagerar-/ Señera modo estrellada,/ que soraya me da miedo/ pues mucho manda Soraya.

¡Cómo acaricia el delito/ a quien representa a España!/ Y España, cómo agradece/ El sentirse traicionada.