Carlos Rodríguez Braun
Santos progres
Leí una entrevista con el famoso actor Benicio del Toro en la que expresaba su enorme admiración por el Che Guevara, y declaraba estar muy impresionado por «su determinación. Aunque tenía asma, siempre intentó subir el volcán Popocatéptl, pero nunca llegó a la cima. Ese espíritu de superación, esa búsqueda de la verdad, esa determinación por estar siempre del lado de los olvidados».
Esto es realmente asombroso, porque pinta a Guevara como si fuera la Madre Teresa de Calcuta. Ella sí que se sacrificó por los olvidados. La Santa y su congregación, como es sabido, se especializaron en el cuidado no simplemente de los pobres sino de «los más pobres de los pobres». Lo han hecho, como tantos millones de personas generosas y solidarias, sin recurrir a ninguna violencia y buscando la solidaridad genuina, es decir, la que brota de la libertad.
En abierta contraposición, el Che Guevara extendió la violencia en dos continentes y contribuyó a edificar y consolidar la más duradera dictadura de América Latina, tan duradera que todavía dura. Nunca estuvo «del lado de los olvidados» sino del lado del comunismo, es decir, del lado del régimen más criminal y empobrecedor que nunca hayan padecido los trabajadores en toda la historia de la humanidad. El comunismo es lo que aplicó Guevara en Cuba a sangre y fuego. El comunismo lleva cien millones de víctimas en el último siglo, muchas de ellas asesinadas por la represión comunista, y muchas muertas de hambre como resultado de la aplicación de políticas anticapitalistas, que siempre dan como resultado la miseria de los pueblos.
¿Cómo pudo Benicio del Toro santificar de esa manera tan irresponsable a un criminal como el Che Guevara, cuya «determinación» y «espíritu de superación» fueron orientados siempre a la consecución de lo peor para el pueblo?
Pues por la misma razón por la que tantos y tantos artistas han respaldado ese sistema, el más brutal de la historia: porque sólo se toman del socialismo sus objetivos, y jamás se tienen en consideración sus resultados. Claro, ningún comunista ha dicho nunca que su objetivo sea imponer dictaduras sanguinarias y matar a la gente de hambre o en atroces campos de concentración. Como eso es sistemáticamente el resultado del comunismo, entonces los comunistas han dedicado todos sus esfuerzos a la propaganda, que consiste, entre otras cosas, precisamente en insistir siempre en los propósitos del socialismo, no en sus logros reales.
Otro objetivo, hablando de un actor de cine como el señor del Toro, es que el cine oculte la verdad a sus espectadores, de modo que haya miles de películas sobre los nazis, pero ¿cuántas películas ha visto usted sobre los muertos por el comunismo? Muy poquitas ¿verdad? Podría don Benicio pensar un poco en esas víctimas, esos verdaderos «olvidados».
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