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Julián García Candau

Sede, el Calderón

Sede, el Calderón larazon

El Atlético fue, durante años, un igual. Después pasó a segundón. Con el tiempo ha sido, en ocasiones, tercero en discordia. Esta temporada, de momento, es segundo en la Liga y finalista en la Copa, aunque ha sido eliminado de la Liga Europa. Ahora, puede adoptar el eslogan del Estudiantes: «Somos el primer equipo de Madrid».

La final de Copa, acontecimiento en el que los rojiblancos llevan ventaja en el número de victorias, va a convertir lo que debería ser una fiesta madrileña en discusión impropia de clubes con tanta historia y afición. De momento, ya tenemos discrepancias sobre cuál debe ser la sede del partido. Hay normas que, aunque no estén escritas, figuran en el derecho consuetudinario. Se estableció que siempre que jugaran la final ambos equipos se alternaría la sede. La última fue en el Bernabéu. Lógicamente, la de este año debe ser en el Calderón.

Pedir campo neutral es patochada. Obligar a viajar a las aficiones carece del mínimo sentido. Se sabe que el anfitrión recibe compensación por poner el estadio a disposición de la Federación y sería desconsideración hacia el Atlético que el beneficio se lo llevara otro club. No hace falta recordar la cantidad de años que se favoreció el Madrid con Franco en el palco. En democracia toca la alternancia.

Posdata. El Barça tiene un problema humano, por encima del deportivo: Tito Vilanova. Moralmente no puede sustituirle y necesita entrenador. Suena apaño.