Cástor Díaz Barrado

Sobresaltos

La Razón
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Las relaciones entre Grecia y las instituciones europeas son cada vez más complejas. A pesar del tiempo transcurrido y de los esfuerzos realizados no se ha logrado un acuerdo que permita aportar tranquilidad y, sobre todo, que proyecte una solución de la crisis económica en la sociedad internacional. La situación ha llegado a un agrado de complejidad inimaginable y las cuestiones de carácter económico se ven arropadas, como no podía ser de otra manera, por las posiciones políticas. La convocatoria de un referéndum por parte del Gobierno griego permite muchas interpretaciones pero, con seguridad, las consecuencias de una consulta de este tipo se verán en función de quienes impongan, a la postre, sus puntos de vista. Nos movemos en el peor de los escenarios en el seno de la Unión, el que parece plantearse una pugna entre las posiciones de Grecia y las posturas que adoptan las instituciones comunitarias. Todo lo contrario a lo que debería suceder. La solidaridad es el eje principal por el que trascurre el proceso de integración en Europa y la defensa de los intereses nacionales debe hacerse, siempre, en el marco de la existencia de intereses comunes. Por mucho que se diga, no ha habido acuerdo hasta ahora. Las partes pretenden, además, que se visualice una situación en la que haya vencedores y vencidos. No sabemos, con certeza, cuáles serán las consecuencias tanto en lo económico como en lo político de la situación que se ha creado y, sobre todo, desconocemos qué sucederá en la Unión Europea a partir del próximo domingo en función del resultado que se produzca en la consulta griega. Realmente ¿era necesario, por parte de unos y otros, llevar al pueblo griego y a la Unión Europea a una situación de este tipo? Lo único que puede beneficiar a la integración europea es el diálogo y el acuerdo. Nuestra integración no necesita sobresaltos porque después de éstos suele llegar la desazón. La sociedad europea no parece, en ocasiones, consciente del grado de bienestar que ha alcanzado y de las facilidades que proporciona el marco de integración. El debate entre el impago de la deuda por parte de Grecia y la expresión de la voluntad popular a través de una consulta no debe plantearse en esos términos. La Unión Europea y el Gobierno griego deben disponer de líderes suficientemente preparados para evitar los conflictos. Europa no está contra Grecia y la sociedad griega debe recibir el apoyo del conjunto de los europeos. La fragmentación de Europa debe evitarse cuando llevamos más de medio siglo en el camino de la integración.