Julián Cabrera

«Sorayos» pata negra

Esta película ya la he visto. Sale al principio la cabeza de un león que ruge. Es lo que debió de pensar Mariano Rajoy mientras recibía todo tipo de halagos como aventajado gobernante en la lucha contra la crisis económica, tanto en la cumbre del G-20 en Australia como, poco después, en la hispano-francesa de París junto a un renqueante Hollande y en la iberoamericana de Veracruz.

El presidente español se sabe la «prima donna» de cualquier cumbre internacional, pero algo no le encaja, tal vez porque, como político de sobrada experiencia, ha sido testigo directo de lo ocurrido con antecesores que abandonaban La Moncloa vitoreados en la Sirias pero castigados en las Sorias y con el agravante de que él podría visionar la citada película todavía en primera legislatura.

Rajoy parece haberse convencido por fin de que la mejora económica quizás no sea suficiente para mantenerle en La Moncloa. Toca algo distinto, «Sorayos» más políticos además de los eficientes o simplemente fieles abogados del estado. La que será una mayor presencia institucional en Cataluña, los nuevos perfiles de primera línea como Alonso o Hernando –y Ayllón más entre bastidores– buscan tensionar para movilizar a la parroquia.

No es tarde, pero algunas incertidumbres se mantendrán hasta el final por muy endeble que esté el PSOE de Sánchez o por poco que preocupe Podemos a los sociólogos de cabecera. Ojo a la irrupción de Pablo Iglesias este fin de semana en Cataluña. Queda el cómo y el cuándo de la instrucción final de «Gürtel» y queda un Rubicón de las municipales y autonómicas que tiene en vilo a no pocos dirigentes territoriales. Irónica afirmación la que me hacía uno de ellos: «Igual para el día de las elecciones ya conocemos a los candidatos».