María José Navarro

Tiquismiquis

En Sevilla un señor llamó el otro día a la Policía porque en su casa intentaba entrar por las bravas un indigente para dormir calentito. El señor que llamó a la Policía no era ni el propietario de la casa ni el inquilino, sino un okupa que había tomado el piso junto con otros compañeros de lucha inmobiliaria. Los okupas con «k» habían entrado a ocupar con «c» un edificio con «e», y para ello al parecer se enfrentaron a la Policía con «p», e imaginamos que también con algún garrote con «g». El caso es que, una vez instalados, los okupas anti sistema parecen comportarse como cualquier señora de barrio, y llaman a un guardia si se acerca a la puerta alguien que les parece que tiene mala pinta mientras miran por el balcón okupado en bata y rulos, al grito de «fuera, oiga». Viendo su fobia al reokupante, imaginamos que a la hora de okupar también valorarán si la casa es exterior, si está para entrar a vivir o para reformar, si están nuevas las cañerías, si han alicatados los baños y si los armarios están vestidos. Los okupas, quién lo iba a decir, han resultado ser unos tiquismiquis y no nos extrañaría que desde ahora incorporaran a sus brigadas okupantes un conserje que saque la basura y vele porque en la finca no entre nadie que no tenga pinta de antisistema de barrio bueno decente. También podría dedicarse a la okupación otro tiquismiquis de postín, el ex presidente de Cajamadrid, Miguel Blesa, quien ha declarado, solemne, que su BMW blindado de medio millón de euros era incomodísimo. Pobre, qué fatigas ha pasado. Ni Rafi y Fali, oigan.