Cástor Díaz Barrado

Tombuctú

La alegría se extiende por muchas ciudades de Mali, y la expresan con más satisfacción aquellas que han sido liberadas de la opresión yihadista. Los militares franceses son recibidos como salvadores no sólo de la Patria sino, sobre todo, de vidas humanas. El modelo de sociedad que imponían los radicales no es querido por la sociedad de Mali que rechaza, profundamente, ese modelo que se basa en la violación de los derechos humanos. Comienza para los ciudadanos de este Estado africano una nueva etapa o, mejor dicho, termina un periodo de terror que, en algunos casos, ha durado casi un año y que condujo a la sociedad maliense a sufrir los efectos de un régimen que se distingue por su crueldad y que, presuntamente, se basa en la aplicación de creencias religiosas. Francia ha dado un ejemplo al mundo y a Europa y ha convertido en muy aceptable, en este caso, algo que siempre ha sido rechazado en la comunidad internacional: la intervención militar de un Estado en el territorio de otro Estado. Apenas se han producido posiciones de rechazo significativas e, incluso, se ha criticado la falta de participación en la operación militar de ciertos Estados. Francia ha devuelto la alegría a miles de personas que, por si solas, eran incapaces de poner fin a la tragedia yihadista y que necesitaban, como se ha demostrado, una importante ayuda del exterior. No será fácil estabilizar complemente la zona del Sahel, pero la intervención francesa en Mali supone un avance muy decisivo en la dirección correcta. Los grupos armados que, en los últimos tiempos, han gobernado en el norte de Mali, como Ansar Dine (Defensores de la Fe) que actuaba en Tombuctú, lo van a tener cada vez más difícil puesto que existe la voluntad de impedir que estos grupos vuelvan al poder en la zona. Pero no basta con la ayuda francesa. La sociedad maliense debe asumir que a ellos les corresponde, primordialmente, impedir que los grupos yihadistas vuelvan a controlar el país y, para esto, seguro que contarán la ayuda y la colaboración de otros estados africanos. La situación en Mali es un conflicto que afecta al conjunto de la comunidad internacional pero que debe ser resuelto, sobre todo, por la acción de los estados de África. Las muestras de júbilo que hoy se aprecian en las calles de Tombuctú deben ser el anuncio de la estabilización del mañana. La sociedad de Mali quiere avanzar pero seguro que no en la dirección que marcan los grupos armados radicales.