Política

Agustín de Grado

Troya, otra vez

Troya, otra vez
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Primero, los hechos. La «doctrina Parot» está derogada y los asesinos salen de la cárcel en oleadas, con esa sonrisa prepotente que humilla a las víctimas y se burla de esta democracia estúpida, tan tolerante siempre con sus enemigos. La ley de partidos está desactivada y se ha permitido lo que pretendía evitar: que el proyecto totalitario de ETA fuera legitimado por las urnas, convirtiéndose en una opción política más, llámese Batasuna, Sortu o Bildu, siempre los mismos perros con distintos collares. De Juana Chaos fue excarcelado por motivos humanitarios y hoy es prófugo de la Justicia. Fungairiño fue sustituido por Cándido Pumpido para que los jueces se mancharan las togas con el polvo del camino... Todas éstas eran condiciones que ETA exigió a Zapatero durante la negociación. Todas se han cumplido. Es verdad: ETA ya no mata. A la vista de los resultados, cuesta creer que dejara de hacerlo sin ningún tipo de concesión política, como proclamó Rajoy tras el celebrado comunicado de la banda terrorista.

Es un proceso infame el que se está culminando. De impunidad escondida tras un velo de pulcra legalidad. De debilidad disimulada con buena voluntad. Ni siquiera el dolor de las víctimas, ahora abandonadas y maltratadas en su dignidad con una falsa compasión, es comparable a la estafa que se está cometiendo con nuestra democracia. Acabaremos lamentándolo. Bildu está sustituyendo ya concejales por proetarras sin careta que no fueron en las listas blancas. Se ampara en la ley que en su día permitió a PP y PSOE cubrir las vacantes de los suyos que renunciaban por miedo. Paradojas de estos nuevos tiempos en los que el Caballo de Troya está dentro. Otra vez.