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Un 2017 con precios más altos

La Razón
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Recuerda el catedrático de Macroeconomía de la Universidad de Harvard Gregory Mankiw que el plural de «anécdota» es «datos». Las afirmaciones estadísticas son de esta naturaleza y un ejemplo es el que acaba de ofrecer el indicador de confianza de los consumidores que elabora el Centro de Investigaciones Sociológicas español. En diciembre, por primera vez en el año pasado, la mayoría de españoles se mostró optimista respecto a la evolución de nuestra economía. Un dato demasiado placentero para no ser visto en perspectiva. Por ejemplo, el subidón de optimismo se desinfla rápidamente cuando se comprueba que, aún siendo bueno, no supera el optimismo que ya se mostraba en 2015.

No todo es, sin embargo, alegría. Entre los consumidores españoles sube el miedo a la inflación y esto debe también ser puesto en perspectiva más allá de constatar que el IPC subió en 2016 un 1,5%; una tasa ciertamente alta para lo que estábamos acostumbrados en estos años de «Gran recesión». Hay que poner igualmente el dato en perspectiva, indagar en las causas que están empujando los precios al alza y, ¡atención!, ver qué consecuencias puede tener en los tipos de interés si el Banco Central Europeo –BCE– revisa sus prácticas expansivas.

La Estadística descansa en «la sabiduría de las masas», término acuñado en 1906 por el célebre estadístico Francis Galton. La idea básica de esta sabiduría («wisdom of the crowds») es que, a título individual, nadie (ni los expertos) acierta con sus predicciones. Pero comportados como un todo, la predicción única de una multitud es mucho más precisa. Los más se aligeran en culpar de esta subida de precios a la escalada del precio del petróleo, algo contra lo que había «apostado» quien esto suscribe. Ya veremos quién lleva razón. De momento voy perdiendo. Entre febrero del año pasado y enero de 2017, el precio del barril de petróleo Brent ha subido casi un 94% hasta situarse por encima de los 50 euros por barril. Este precio es crítico porque por encima del mismo vuelve a ser rentable la extracción de petróleo por el sistema de «fracking» o fractura hidráulica. Así las cosas, la subida del precio del crudo es suficientemente importante para explicar por sí misma buena parte del repunte inflacionista. No obstante, hay otro dato más sólo. Me refiero a la información que ofrece el Índice de gestores de compras o PMI en su acrónimo inglés («Purchasing Managers’ Index»). Es un índice del tipo que los economistas llamamos «adelantado» porque ofrece pistas solventes de lo que se avecina. El índice PMI se obtiene a partir de las respuestas a unos cuestionarios que elabora la empresa Markit Economics y que se remiten mensualmente a los profesionales de compras y a los ejecutivos de empresas de los sectores manufacturero y servicios. Para España y el mes de diciembre, los responsables de compras entrevistados anticipan un crecimiento económico superior al 4%; una tasa casi vertiginosa. De este dato hay que inferir que se espera un notable crecimiento de la demanda que está impulsando a los precios al alza y que, por tanto, la inflación no está sólo repuntando por el petróleo. La subida de precios parece ser consistente y no coyuntural.

De aquí vendría la última cuestión a plantearse ¿Seguirá el BCE con su política monetaria expansiva que mantiene el Euribor a un año en un valor negativo del -0,08%? Téngase en cuenta que desde 2013, el Euribor a un año no supera el 0,5%. Hasta ahora, ni la Reserva Federal Norteamericana ni el BCE se habían atrevido a poner fin a la política de dinero barato y masivo. En el fondo ocurre lo que en una burbuja financiera, aunque se diagnostique (y esto ya es difícil), es muy difícil arbitrar medidas para que se deshinche sin que explote. Pero con una subida de los precios que puede ir camino del 2% en 2017, la política de mantener el Euribor en valores negativos o próximos a cero parece que tiene los días contados. Máxime si se tiene en cuenta que las familias españolas se han desapalancado en estos años y que las empresas sólo comienzan a tomar posiciones de endeudamiento con los pies muy en la tierra.

Con todo, parece que se inaugura un 2017 con precios venidos a más y una política monetaria expansiva venida a menos.