Cástor Díaz Barrado

Un buen momento

No siempre se mantienen posturas exactamente idénticas en las relaciones internacionales y en relación con un mismo asunto. El comportamiento de los Estados, siempre y cuando camine en la misma dirección, puede sufrir variaciones y algunas contradicciones en función de las circunstancias y los tiempos, tal y como lo reconoce el ordenamiento jurídico internacional. España siempre ha sostenido, con firmeza, la soberanía española sobre el territorio de Gibraltar, ocupado por tropas británicas y por una población «trasplantada» que nada tiene que ver ni con el territorio ni con la historia de España por más que transcurran años y siglos. Los organismos internacionales así lo entienden y, en particular, Naciones Unidas, para quien la situación de Gibraltar es una mera cuestión colonial, por lo que se trata de un territorio que está sometido a dominación colonial y ocupación extranjera, con el agravante, además, de que se pretende por parte de las autoridades británicas crear un status específico para este territorio ocupado. En las relaciones internacionales y, sobre todo, cuando se trata de recuperar la soberanía hay que aprovechar los momentos. Ahora que Gran Bretaña se enfrenta a una fuerte reivindicación, por parte de Argentina, en relación con la soberanía de las Malvinas y que es muy posible que llegue a alcanzar mayor tensión a lo largo de este año; ahora que la imagen británica se ve debilitada en el norte de Irlanda; y ahora que se suscita, cada vez con mayor intensidad, el posible abandono de Gran Bretaña de la Unión Europea, España debe intensificar su acción política, diplomática y económica para que se produzca lo que únicamente puede suceder: la devolución del territorio gibraltareño a España. Si en otros tiempos fue conveniente, en la más pura aplicación de las reglas de las relaciones internacionales, aplicar una política más moderada, ahora es un buen momento para endurecer nuestra posición y exigir con mayor energía a Gran Bretaña que resuelva, de una vez por todas, este conflicto y que reintegre la soberanía del territorio que ocupa ilegalmente. Ahora más que nunca, hay que defender los intereses y la legitimidad de los pescadores españoles en la zona y no permitir que el aeropuerto construido por los británicos en suelo español forme parte del «cielo único europeo». Aquí sólo hay dos partes: la potencia ocupante que es Gran Bretaña y el Estado ocupado que es España. Ahora es un buen momento para que, como siempre, mediante medios pacíficos, las tropas británicas comiencen a abandonar el territorio de Gibraltar.