Francisco Marhuenda
Un cambio profundo
Como es normal, hay una gran expectativa tanto en el PP como en el Gobierno por los cambios que pueda introducir Rajoy. A esto hay que añadir los nervios por el temor a perder el cargo, pero la política no es o no debería ser una profesión. Es una etapa, más o menos larga, que una vez que se cierra es bueno abrir una nueva página. Rajoy siempre insiste en que le gusta ser previsible y no le complacen los cambios. La realidad es que se siente cómodo con el actual Gobierno y siempre es un duro trago prescindir de alguien.
El PP necesita recuperar la ilusión porque ahora sólo hay desencanto, inquietud e incertidumbre. Es lógico que no se lo digan ni los pelotas ni los arribistas que nunca fueron del PP, pero es la realidad. Los retrocesos en plazas muy significativas, tanto en las comunidades como en los municipios, muestran que hay un problema grave y profundo que no se resuelve sólo con la economía. Es muy importante, pero no suficiente. Me gusta la gente que ofrece soluciones a los problemas, porque hay expertos en sólo plantear lo segundo. Lo importante son las soluciones. Es cierto que una táctica muy usual es culpar a otros de los propios errores, pero es un ejercicio estéril.
El presidente del Gobierno tiene enfrente la tesitura de elegir entre un cambio profundo que lance un mensaje claro al electorado o realizar modificaciones cosméticas que pueden resultar al final un ejercicio estéril. Es más fácil aconsejar que decidir, pero los buenos gestores empresariales y políticos se rodean siempre de buenos consejeros. Otra cuestión es que le corresponde a él tomar la decisión final, pero Rajoy se juega mucho en los próximos seis meses. Es un periodo de tiempo muy corto, más de lo que parece, para enderezar la situación, pero no es una misión imposible. Necesita una mayoría suficiente y no le basta la proyección del resultado obtenido en las municipales y autonómicas.
El cambio en el Gobierno, que es mucho más importante que en el partido, no es una cuestión irrelevante. No puede ser una oportunidad para premiar a los que no obtuvieron una cartera ministerial en 2011 o se han quedado descolgados en 2015. Lo fundamental es que opte por figuras que comporten una auténtica renovación y ofrezca un mensaje de ilusión para los casi once millones de votantes que acostumbra a tener el PP en unas generales.
Rajoy necesita ministros políticos que estén dispuestos a actuar como telepredicadores con el objetivo prioritario de convencer a los votantes. Hay que revitalizar el partido y lograr su cohesión. No hay nada más letal que las disensiones internas, porque se paga muy caro en las urnas. Cospedal tiene un reto importante en los próximos meses.
Los votantes del PP esperan gestos, porque están dispuestos a volver a «casa». No tengo ninguna duda. El problema es que, si no se hace bien o se titubea, prefieran quedarse en su casa o mantener su voto a Ciudadanos. Esperan unos políticos ejemplares, eficaces y comprometidos que sientan, verdaderamente, la ideología del PP.
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