Pilar Ferrer

Un doble desafío

T ras las últimas cifras de empleo, por vez primera alentadoras, se denota un cierto respiro en el Gobierno. A pesar de las muchas dificultades, cunde la sensación de que algo empieza a moverse. Mariano Rajoy y su equipo afrontan en el año que empieza una etapa crucial, jalonada por dos grandes desafíos, económico e institucional. En el primero, destacan el control del déficit, la lucha contra el paro, la balanza exterior, la contención del gasto autonómico, con facilidad de pagos a proveedores a través de Hacienda, y la elaboración de unos nuevos Presupuestos en función del escenario doméstico y europeo.

En el plano político, los retos son enormes, marcados por la deriva soberanista de Cataluña, que el presidente insiste en manejar con mucho tacto. Así se desprende de su inminente encuentro con Artur Mas, durante la inauguración del AVE a Gerona, en compañía del Príncipe. Desde Madrid la consigna es no caer en provocaciones y manejar el asunto bajo el imperio de la Ley, siempre ante hechos, no urgidos por palabras altisonantes. El equilibrio entre singularidad y cohesión nacional, invocado por Rajoy, defiende un principio constitucional inalterable e indiscutible.

La legislatura que comienza se prevé muy intensa. El Congreso reabrirá sus puertas en la segunda quincena de enero, con materias de gran importancia que el Gobierno desea consensuar con el PSOE. Bajo la batuta de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, está la Ley de Transparencia, básica para la buena imagen de una clase política bastante achicharrada. Y el gran pacto para la Reforma de la Administración Local, que negocian Javier Arenas y Gaspar Zarrías, aún en fase de discusión por las presiones del poder municipal. En definitiva, retos decisivos, no exentos de tensiones, pero con rigor y firmeza.