Restringido

Una exposición para pensar

El término «estética» entró en uso relativamente tarde en la cultura europea porque la disciplina que se ocupa específicamente de lo bello y del arte no nace hasta el siglo XVIII y no se consolida hasta el XIX. Kant, en la «Crítica del juicio», llamó «estético» al juicio del gusto y se refiere a lo «bello y lo sublime de la naturaleza o del arte». El término pertenece al significado etimológico griego «aisthámomia» (percibo con los sentidos) y «aisthesis» (sensación). Kant, en la «Crítica de la razón pura», denomina estética trascendental al capítulo donde se estudian las formas «a priori» de la intuición sensible, espacio y tiempo, es decir, el pensamiento histórico en el Arte.

La Fundación «Madrid Vivo» ha tenido la gran iniciativa de organizar en el Centro Cultural de la Villa una exposición titulada «A su imagen. Arte, Cultura y Religión», con obras de arte que forman parte de la historia de Occidente, donde se presentan más de cien obras, desde Berruguete a Goya, amén de piezas de orfebrería, códices y tapices. Diversos medios audiovisuales permiten el diálogo con los espectadores respecto a las obras expuestas; con ello se sienten como en un taller o como en un aula, viviendo la estética con el profundo problema humano de la salvación. Es la misma línea en que, desde el pensamiento medieval, pueden distinguirse dos líneas en contraposición: una, metafísica de lo bello como luminosidad (Roberto Grosseteste, San Buenaventura), y otra, de lo bello como medida (Boecio, Santo Tomás), donde, en realidad, la obra de Dios creador es el mundo y, en su carácter, más allá de la verdad y la bondad, es precisamente la belleza.

Los «talleres» donde se han creado las obras que se exponen son verdaderas aulas de interacción de sentimientos, ideas y estilos. Los espectadores forman el espectáculo humano trascendido de la obra del artista, en lo que se refiere a la conciencia técnica de las artes, así como un paso determinante en lo teórico acerca del valor respectivo de la poesía, la pintura y la ciencia, pues lo específico del papel de artista se reconoce tanto a través de las reglas que rigen para cada una de las artes, como también por la reivindicación de un ámbito de libertad respecto en estas mismas reglas, o bien mediante la teoría del arte en cuanto acceso a la idea, no concebida como esencia trascendente sino como forma visible perfecta de cada cosa que el artista puede captar, e incluso representar, como la fuerza de su «imaginación ideal» como la llama en 1607 Zuccari en su obra «Idea de los pintores, escultores y arquitectos». Ello otorga, en realidad, creciente autonomía a la figura del artista, respecto a la del técnico o el científico y subraya el acontecimiento magno en la historia de las artes y de la espiritualidad que constituye el tránsito del Renacimiento al Manierismo y al Barroco. Que sólo se aprende y asimila y permite desarrollar la importancia inmensa de la libertad inventiva del artista sobre lo que tanto pensó Francis Bacon, en 1605, acerca de la diferencia de la poesía, la historia y la ciencia.

Así ocurrió en la ciudad italiana de Florencia. Allí, desde los días de Giotto, al alborear el siglo XIV, brillaba el arte; más adelante, al comienzo del XV, los Masaccio, hasta llegar, en el siglo XVI, al esplendor de los maestros Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) y Leonardo Da Vinci (1452-1519). Cuando llegó a Florencia el joven de veintiún años Rafael Sanzio (1483-1520), procedente de Urbino, donde ya había destacado en el taller de Pietro Perugino. Coinciden tres decisivas personalidades, con distintos planteamientos estéticos, pero coincidiendo en la unidad: Dios, mundo, hombre. «Todo puede ser uno», exclamó Lope de Vega cuando un día, aclamado por las calles de Madrid, con aquella expresión poética del lenguaje, definía la función poética: no tanto lo que se dice, sino cómo se dice. Igual que el paradigma juvenil «Rafael», válido en un sentido de valores transmisibles a quienes adquieren ideas enriqueciendo la unidad, en definitiva, ínsita en la formación que se adquiere en la relación del aula, del taller o de la exposición donde se necesita pensar e intercambiar ideas.